Macrolepiota procera
Esta seta puede alcanzar casi 40 cm de altura y su sombrero puede tener de 10 a 30 cm de diámetro. Es una de las especies inconfundibles que cuando se desarrolla y alcanza su gran tamaño puede verse desde lejos, por lo que resulta fácil de encontrar. La podemos ver en bosques, praderas, bordes de caminos, pero está especialmente vinculada a zonas ganaderas, descansaderos, prados y dehesas boyales donde los animales aportan nitrógeno al suelo con sus excrementos.
Macrolepiota procera es una seta muy apreciada gastronómicamente. Su gran sombrero se cocina empanado en muchas zonas de España, si bien el pie es bastante duro y suele desecharse.
Al ser tan grande y crecer en grupos numerosos, el encuentro con estas setas suele proporcionar una fructífera cosecha.
Entre los nombres comunes con que se denomina a esta seta figuran el de matacandelas, cocorra, cococha o cogorzo empleados en diferentes puntos de Castilla; galamperna en el País Vasco y cogomella en Cataluña. ÁNGEL SÁNCHEZ CRESPO para GUADARRAMISTAS. (SI TE HA GUSTADO ESTE ARTÍCULO, NO TE PUEDES PERDER NUESTRO LIBRO “DE SETAS POR MADRID y la zona centro peninsular”, LA GUÍA MÁS COMPLETA PARA ENCONTRAR Y CONOCER LAS MEJORES SETAS COMESTIBLES, SUS HÁBITATS, ÉPOCAS DE FRUCTIFICACIÓN, CURIOSIDADES, USOS Y ANÉCDOTAS).
Una de las especies mas interesantes y suculentas, aunque no todo el mundo las conoce.
En el norte de Guadalajara, en la zona de Atienza, la conocen como seta de las culebras. Para ellos una especie venenosa. No en vano un día que el «tio Baris» me encontró con cuatro o cinco buenos ejemplares, me paró echandose las manos a la cabeza por mi insensatez. Intenté explicarle que no había problema y que se trataba de un excelente comestible. No daba crédito. Me siguió hasta casa, me observó como las preparaba bien empanadas y, con los ojos desorbitados, como por fin las llevaba a la boca.
Conociéndole, como le conocía, intenté explicarle los caracteres fundamentales de la especie para no confundirla con otras que pudieran asemejarse.
Al día siguiente, cosa poco habitual en el, pasó bien temprano a saludarme. Creo que aquella noche no durmió tranquilo el pobre «Baris».
Saludos Angel.
Hola Luis. Interesante la historia. Je,je, el «tio Baris» se pasó para ver si aún seguías… Abiertas tienen ese anillo que parece el de una amanita peligrosa, y vete a saber de dónde vendrá ese miedo y los prejuicios hacia determinadas especies, ya sean de hongos, de reptiles, de insectos. Esos detalles antropológicos son muy interesantes. Por cierto, a veces hay que hacer caso… Ya ves que la foto es malilla, muy castañera, pero no tenía otra. A ver si en estos días encuentro un buen ejemplar y hago algo digno para la especie lepiotera. Un placer Luis.
Sí, sí, pero más de un temerario se confundió cogiendo una Lepiota helveola, creyendo que era una Macrolepiota pequeñita y… ¡mucho peligro con las supuestas pequeñas Macrolepiotas!
Se dice por ahí que los gourmets seteros deben «conocer» bien la Amanita phaloides, y tres o cuatro más. Una es la Lepiota helveola. Todos los años da algún viaje gratis al otro barrio…
Saludos
Tengo un articulillo preparado sobre las venenosas, mañana lo subo. Cuidado con las pequeñas, sí señor. Y con las grandes vistosas, que la phalloides es aparente, bonita, sabe bien y MATA.
No solo las Lepiotas de pequeño tamaño son tóxicas. Existe la Macrolepiota Venenata, muy parecida a la Rhacodes y a la Procera cuya carne vira al rojo vinoso con el corte. La he encontrado con más frecuencia que cualquiera comestible en la zona de la Sierra de Madrid. De hecho un lugareño que me vio en Cercedilla con dos o tres ejemplares de lo que yo creí que eran Procera, me advirtió de su toxicidad. No le hice ni caso por estar seguro y tuvieron que confirmarme los del Servicio Nacional Toxicológico que efectivamente es una Lepiota de las grandes que no se ha de comer por ser tóxica ( aunque no mortal ). Moraleja, pensadlo bien antes de desligitimar el criterio de los lugareños.
Un saludo Miguel.
Es lo que ocurre con las setas comestibles previo cocinado. Hay que cocinarlas a fuego muy fuerte (200ºC) y durante una hora como mínimo (mejor dos horas).
Comemos habitualmente Macrolepiotas Procera, perfectamente identificadas. Y es cierto que, en una ocasión, nos proporcionaron unas ensoñaciones nocturnas muy desagradables. Algo de razón tienen pues los lugareños que se muestran reticentes a su consumo. Desde entonces yo las tomo en pequeñas cantidades.
Gracias por tu interés Julia. Un saludo.