Archive / Sur peninsular

RSS feed for this section

El oficio de descorchador

Saca del corcho en Aracena (Huelva). Foto de Juan Carlos Cazalla/Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico

Saca del corcho en Aracena (Huelva). Foto de Juan Carlos Cazalla/Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico

El oficio de descorchador. El alcornoque, Quercus suber, es una especie emparentada con los robles, encinas, coscojas, quejigos, castaños y hayas, pertenecientes, todos ellos, a la familia de la fagáceas. En la península Ibérica pueden encontrarse pequeños bosquetes a lo largo de toda la geografía, pero se distribuye, principalmente, por el occidente de Andalucía, por Extremadura y Cataluña.  A diferencia de la encina, el alcornoque necesita más humedad, y ese es el motivo por el que en las zonas del interior peninsular, con un clima continental acusado y menor pluviosidad sea casi inexistente. En esta vasta zona interior predomina la encina, salvo en reducidos enclaves donde se dan las condiciones adecuadas.

El uso del corcho se remonta al s.XVII, cuando el monje francés Dom Pierre Perignon, comenzó a usarlo para tapar las botellas de champagne. Por supuesto, siempre que se indaga aparecen usos aún más antiguos y se cree que hace 2.000 años se utilizó como medio para taponar las ánforas, antiguos recipientes de barro donde se conservaban alimentos y líquidos.

El alcornoque empieza a ser descorchado cuando ya tiene unos 30 años de vida y su tronco un diámetro de unos 50 cm. La primera impresión es que  el árbol ya es viejo cuando se inicia su explotación, pero hay que tener en cuenta que el alcornoque puede vivir más de 500 años, por lo que con 30 años es casi un recién nacido. Lamentablemente, la explotación para obtener corcho acorta a menos de la mitad su esperanza de vida.

La labor de obtención del corcho es muy delicada, y del buen oficio de descorchador, que aún se mantiene, depende la vida del árbol. No en vano, extraer la corteza supone una dura agresión para el alcornoque que ve alterado su equilibrio. El árbol “deja de respirar” durante tres o cuatro días.  Al cerrar los estomas de sus hojas para detener la pérdida de agua, paraliza durante ese período de tiempo su fotosíntesis. En definitiva, sufre. Sin embargo, no hay mal que por bien no venga y seguramente ha sido el destino de estos elegantes árboles para la obtención de corcho, lo que ha hecho preservar las magníficas agrupaciones de alcornoques que todavía existen en la Península, como la del Parque Natural Los Alcornocales, que se sitúa entre Cádiz, principalmente, y algún municipio de Málaga. Hay que tener en cuenta que los hábitats donde se desarrollan los alcornoques son muy sensibles, por lo que estos espacios, sin su utilidad económica, probablemente ya no existirían.

Los descorchadores, usando su fuerza y pericia, saben hasta dónde hay que llegar al descortezar el alcornoque. El límite lo marca una parte importante de la anatomía del vegetal, el felógeno, que equivaldría a una “segunda piel”, intocable, barrera tras la cual se encuentran partes esenciales de las que depende la vida del árbol, y cuyo mantenimiento es la base de la recuperación posterior del alcornoque.

En la actualidad, el corcho va siendo reemplazado por resinas sintéticas que se usan en la fabricación de  tapones, aunque a juicio de los enólogos, un buen vino necesita un tapón de corcho de calidad, ya que permite oxigenar ligeramente el producto y se adapta perfectamente al cuello de la botella.

El corcho también se emplea como impermeabilizante, aislante térmico y acústico, en la fabricación artesanal de instrumentos musicales de viento, ya que garantiza el cierre perfecto de las piezas por las que pasa el aire. También se usa para crear elementos artesanales y decorativos. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS. (SI TE HA GUSTADO ESTE ARTÍCULO, DESCUBRE OTROS INTERESANTES  OFICIOS ANTIGUOS  EN NUESTRO LIBRO LA NATURALEZA Y SUS OFICIOS)

Mandragora autumnalis

Mandragora autumnalis, mandrágora

Mandragora autumnalis, mandrágora

Mandragora autumnalis. La mandrágora es una planta herbácea perenne. Posee raíces gruesas y una cepa o tallo leñoso vertical y fuerte del que salen las hojas rugosas con bordes ondulados,  formando una roseta. Las flores se autopolinizan, son rosadas o de color violáceo. De ellas surgen los frutos de forma ovalada, del tamaño de una uva. Al principio son anaranjados y adquieren un color negro cuando maduran y se secan.

Tanto el tamaño de las hojas como el de las flores es muy variable, depende de la zona en la que crezca y del grado de desarrollo, pero puede alcanzar los 30 cm de altura.

Mandragora autumnalis se distribuye por el sur de Extremadura y Portugal, Andalucía y las Islas Baleares (Mallorca). Crece en  taludes, bordes de caminos, márgenes de cultivos y en las orillas de ríos y arroyos. Prefieren suelos calizos o arcillosos no demasiado expuestos al sol. Florece desde el mes de septiembre o finales de agosto, hasta diciembre.

La mandrágora es una planta muy tóxica, incluso por contacto. Posee atropina y escopolamina, sustancias que producen efectos alucinógenos y anestésicos con efectos potencialmente letales sobre el ser humano.

Al ser una planta muy tóxica que produce envenenamiento por contacto, lo mejor es no manipularla. Tampoco debe usarse por sus efectos alucinógenas, ya que un exceso en la dosis podría provocar la muerte.

Como ornamental, la mandrágora es una planta muy deseada, quizá porque su leyenda mágica sigue atrayéndonos, aunque es difícil de cultivar. En Internet hay muchos lugares en los que se ofrecen semillas que son complicadas de hacer germinar. En cualquier caso, no es aconsejable si tenemos animales de compañía. También los niños, atraídos por sus flores o frutos, son víctimas potenciales.

La raíz de la mandrágora tiene una forma dividida que se asemeja a las dos piernas de una persona. Ese aspecto antropomorfo, junto a los efectos alucinógenos de los alcaloides que contiene, hicieron de esta planta un amuleto de magia y brujería en la Edad Media. De hecho, las denominadas brujas la usaban en sus sesiones de “brujería”. Untaban extractos de mandrágora en sus genitales para conseguir la rápida absorción de sus componentes y unos efectos más potentes. Como consecuencia creían volar, y en su delirio pensaban que copulaban con el mismo diablo, ya que también les producía una efecto afrodisíaco, probablemente producto de la desinhibición y la irrealidad en que las sumía.

Los efectos alucinógenos y anestésicos de la mandrágora fueron útiles para provocar la perdida de consciencia y así poder realizar amputaciones y “cirugías” en tiempos del Imperio Romano.  Se cuenta que en las campañas romanas en la Germania se proporcionaba un trozo de raíz de mandrágora a los heridos para poder tratarlos sin dolor.

En la Edad Media se creía que al arrancar la raíz de la mandrágora, la planta lanzaba un grito y que el grito mataba a la persona que intentaba arrancarla. La solución que usaban los hechiceros y brujas, dicen las leyendas, era usar una cuerda. Un extremo se ataba a la raíz y el otro a un perro. Cuando el perro tiraba sacaba la raíz del suelo, la mandrágora gritaba y el perro caía fulminado. A cambio del sacrificio del can, se obtenía una raíz milagrosa con forma de hombrecillo y poderes mágicos.

En la cultura hebrea se consideraba que Mandragora autumnalis favorecía la fertilidad, de hecho se cita en la Biblia algún pasaje donde se atribuye a esta planta la facultad de revertir la esterilidad femenina.

Una de las acusaciones que se hicieron a Juana de Arco para llevarla a la hoguera era que poseía un amuleto con forma humana hecho con la raíz de esta planta. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS. (SI TE HA GUSTADO ESTE ARTÍCULO, NO TE PUEDES PERDER NUESTRO LIBRO «QUE NO PISAR, NO COMER Y NO TOCAR EN LA NATURALEZA», UNA GUÍA DE LAS ESPECIES DE ANIMALES, PLANTAS Y HONGOS POTENCIALMENTE PELIGROSOS DE LA PENÍNSULA IBÉRICA).

Mandragora autumnalis

Mandragora autumnalis

Mandrágora. Raíces

Mandrágora. Raíces

Tetraclinis articulata, sabina de Cartagena

Tetraclinis articulata

Tetraclinis articulata

Tetraclinis articulata, sabina de Cartagena, ciprés de Cartagena, arar, araar o tuya articulada son algunos de los nombres que recibe esta reliquia botánica perteneciente a la familia de las cupresáceas.

En estado salvaje se distribuye por el norte de África, en la Isla de Malta y, en la península Ibérica,  en un reducido enclave de la Sierra de Cartagena –Murcia-, donde permanece en forma relicta, es decir, como una muestra viviente de tiempos remotos.

Tetraclinis articulata, sabina de Cartagena, mide entre 3 y 15 metros de altura, aunque lo normal es encontrarla con 7 u 8 como máximo, ya que las mayores dimensiones solamente se dan en zonas que reúnan las mejores condiciones para la planta. Al igual que otras sabinas, es un árbol de forma cónica durante su juventud, que puede adquirir una copa ancha o de porte irregular con los años. El tronco estriado, como en otras sabinas, tiene un color gris con tonos marrones. Las ramas crecen en todas las direcciones y presentan segmentos que le dan un aspecto articulado. Los conos masculinos, pequeños,  nacen en los ápices de las ramas, mientras que los femeninos, de cerca de 2 cm de diámetro, son similares a una pequeña piña, cuyo interior alberga  una o dos semillas.

La madera de arar es muy dura y resistente. En Marruecos se emplea la corteza para curtir pieles. Además, la madera se trata a base de fuego para obtener la denominada “lupia”, usada en trabajos de ebanistería fina para crear objetos de lujo. Ya los romanos conocían las bondades de esta madera que utilizaban para conseguir el aroma que denominaban “citrus”, muy apreciado y de gran valor. La resina, llamada “sandáraca”, sirve para trabajar implantes y cementos dentales, de especial resistencia y dureza.

Como medicinal, Tetraclinis articulata, sabina de Cartagena o arar, es usada popularmente contra diarreas, hemorroides, menstruaciones dolorosas y, de forma externa, para combatir los papilomas.

En definitiva, una especie única en el continente europeo, de la que solamente existen unos ejemplares en la Sierra de Cartagena. Una reliquia botánica de la época en la que los dinosaurios poblaban el planeta. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS

Tetraclinis articulata, sabina de Cartagena. Detalle de las ramas

Tetraclinis articulata, sabina de Cartagena. Detalle de las ramas

Macaca sylvanus, mona de Berbería

Macaca sylvanus

Macaca sylvanus

Macaca sylvanus, mona de Berbería o mona de Gibraltar es como se conoce al único primate en libertad de toda Europa.

Su presencia en la península Ibérica se circunscribe al Peñón de Gibraltar, donde al parecer fue introducida por los británicos en el año 1740, con la finalidad de servir como pieza de cacería.

Algunos biólogos consideran que la población gibraltareña de Macaca sylvanus es un reducto de las antiguas poblaciones, anteriores a las glaciaciones, que se extendieron por el sur del continente europeo. Si embargo, la tesis que predomina es la primera, la que se refiere a la introducción humana desde sus zonas de origen.

Actualmente Macaca sylvanus, mona de Berbería, además de en Gibraltar, habita en Marruecos, en el Atlas Medio, el Alto Atlas y el Rif. También existen dos poblaciones situadas en Argelia. En toda el área africana cada vez es menor el número de ejemplares, aunque los primates hacen lo posible por sobrevivir ocupando las zonas más áridas, altas y escarpadas; se les ha visto en altitudes superiores a los 3.500 metros en las montañas del Atlas.

En Gibraltar, la mona de Berbería vive en libertad, en terrenos típicos de matorral mediterráneo, con presencia de lentiscos Pistacia lentiscus. Se alimenta de frutos, semillas, insectos e incluso escorpiones. Se ha podido comprobar que a estos últimos, previamente, les quita la parte final de la cola para evitar la uña ponzoñosa.

Su organización social se estructura alrededor de la hembras, que son las que otorgan cohesión al grupo. Junto a ellas viven machos adultos y jóvenes perfectamente jerarquizados, donde el parentesco tiene una gran importancia. Los grupos pueden ser de entre 10 y más de 50 miembros. Entre los machos componentes del grupo, uno de ellos suele ostentar el dominio y protagonizar las cópulas con las hembras, entre los meses de octubre y abril.

Las crías de Macaca sylvanus, mona de Berbería, nacen tras seis meses de gestación y pesan unos 500 gramos. Al año son independientes y alcanzan la madurez sexual a los cuatro años. Durante el período de dependencia materna son atendidos constantemente por sus madres y también por los machos del grupo, que  realizan labores de aseo, transporte y protección de las crías. Se considera que los machos de Macaca sylvanus son los primates más activos y atentos con las crías de cuantos pueblan el continente africano.

Macaca sylvanus, mona de Berbería o mona de Gibraltar pesa entre 10 y 15 Kg, con una longitud de unos 60 o 70 cm. Las poblaciones gibraltareñas están protegidas por ley y no parecen estar en peligro, a diferencia de las de sus congéneres africanos, donde la pérdida de sus hábitats, como consecuencia del pastoreo e incluso la persecución y caza –se les ha considerado plaga por comerse los brotes tiernos de los árboles y los cultivos-, las han situado en una posición vulnerable, hasta el punto de haberse tenido que introducir ejemplares criados en semicautividad, en Europa.

Sin embargo, muchos ejemplares gibraltareños, que no dudan en acercarse a los seres humanos, presentan problemas de sobrepeso. También es posible que la consanguinidad afecte a las poblaciones futuras del Peñón. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS

Macaca sylvanus

Macaca sylvanus, mona de Berbería en Gibraltar

Follow

Get every new post on this blog delivered to your Inbox.

Join other followers: