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Agalenatea redii

Agalenatea redii, mimetizada en su entorno

Agalenatea redii mimetizada en su entorno

Agalenatea redii es un araña de la familia Araneidae, de colores pardos o rojizos, con un abdomen abultado y marcado con dibujos. Fabrica sus telas entre arbustos.

La familia Araneidae, a la que pertenece Agalenatea redii, cuenta con más de 4.000 especies distribuidas por todo el mundo. Los aranéidos se caracterizan por el grosor de su abdomen, casi esférico,  y miden entre los 3 mm y 1,7 cm, aunque Agalenatea redii no supera los 7 mm, en el caso de las hembras, y unos 5 mm en el de los machos.

Podemos encontrarla en diferentes hábitats, es relativamente común en zonas cubiertas por pequeños arbustos y herbáceas como tomillos, romeros o cantuesos, donde fija sus telas radiales para dar caza a los pequeños insectos que forman parte de su dieta. Se distribuye ampliamente por la península Ibérica.

Estas arañas esperan, con aparente calma, que alguna presa caiga en su trampa, con una postura recogida y agazapada. Sin embargo, son muy activas a la hora de reparar sus telas, tarea que llevan a cabo con gran afán y rapidez. Algunos autores sostienen que tal vez de  ahí venga el origen de su nombre científico Agalenatea redii, donde “agalenatea” vendría a significar “sin calma”; del griego, “a”, sin y “galenotes”, serenidad. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS

Agalenatea redii

Agalenatea redii

Gluvia dorsalis, araña camello

Solífugo, especie fotografiada en Ecuador

Solífugo, especie fotografiada en Ecuador

Gluvia dorsalis, araña camello, es un arácnido perteneciente al orden de los solífugosSolifugae-, uno de los más extraños seres con los que podemos encontrarnos.

Los solífugos o solpúgidos viven principalmente en zonas áridas y secas del planeta. Su aspecto es el de una mezcla de araña, escorpión y cangrejo, y se mueve a una velocidad asombrosa. Sus hábitos son nocturnos, no son amantes del sol, algo que nos recuerda su nombre solifugo -huye del sol-. Por eso incluso durante el día buscan ansiosamente un lugar oscuro o una sombra donde protegerse, algo que siempre hacen a la carrera.

En la Península Ibérica vive Gluvia dorsalis, con una longitud de unos 3 cm y mucho más pequeña que otras especies de solífugos, que pueden alcanzar el tamaño de una mano. Se distribuye por zonas cálidas mediterráneas y alcanza otras zonas menos cálidas pero con terrenos secos y soleados. En el ámbito de la Sierra de Guadarrama la podemos ver ocasionalmente en caminos de tierra y zonas secas de la rampa serrana. En España, otra especie, Eusimonia wunderlichi, vive en las Islas Canarias.

A pesar de su aspecto, que sin duda es extraño y quizá por ello provoque temor, son inofensivos, al menos lo es Gluvia dorsalis. Sin embargo, a plena luz del día tienen la “mala costumbre” de correr hacia nosotros. No pretenden hacernos daño, simplemente buscan nuestra sombra o el cobijo que proporciona la oscuridad de nuestras botas para encontrar refugio, pero claro, eso no siempre es bien interpretado. En cualquier caso, lo que no se debe hacer es cogerla con la mano, ya que puede morder para defenderse.

Los solífugos son depredadores muy voraces que se alimentan de otros arácnidos, insectos y hasta escorpiones, todo depende de la especie de solífugo en concreto y de su tamaño. Atacan a gran velocidad lanzando incesantemente mordiscos con sus potentes pinzas o quelíceros situados en la parte delantera de su cabeza. Usan sus grandes pedipalpos terminados en una especie de ventosa para aferrar a sus víctimas. Una vez que la presa está moribunda, la rocían con una sustancia que ablanda los tejidos y permite comerla con más facilidad. Con esa velocidad y violencia en el ataque no necesitan veneno, sus quelíceros no están conectados a glándulas venenosas. No viven mucho tiempo, probablemente debido al metabolismo especial y al desgaste energético que tienen estos velocísimos seres.

No es muy habitual encontrarnos con Gluvia dorsalis, seguramente debido a que permanece oculto casi todo el día, exceptuando las horas nocturnas. No obstante, es posible verlo en caminos arenosos y secos huyendo de una lado a otro buscando piedras o vegetación donde ocultarse. Por la noche también puede introducirse en las viviendas, aunque procurará salir u ocultarse lo antes posible. Ni por su tamaño, ni por sus hábitos alimenticios somos objeto de sus ataques, así que no reviste ningún peligro.

Hay unas doce especies de solífugos o arañas camello repartidas por el planeta. Las de mayor tamaño se encuentran en zonas secas y áridas y son capaces de cazar escorpiones, lagartijas e incluso aves. Estas grandes especies pueden morder defensivamente, y de ello hay algunos testimonios en Iraq. Durante la Guerra del Golfo algunos soldados sufrieron sus mordeduras, uno de ellos requirió varios puntos de sutura en el labio. También en Afganistán algunos soldados españoles fueron mordidos por solífugos. En cualquier caso, dado el extraño aspecto de estos seres y su voracidad extrema, hay mucha leyenda en torno a ellos, así que es mejor tomarse con cautela lo que se oye y lee.

Aún así,  si alguien quiere hacer una película con extraterrestres depredadores de aspecto raro, los solífugos pueden darle pistas. Basta con fijarse un poco en la pinta de este raro arácnido llamado Gluvia dorsalis, araña camello, para encontrar similitudes con el “octavo pasajero”. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS

Gluvia dorsalis

Gluvia dorsalis

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