Tag Archives: Historia de Madrid

El Metropolitano ayer y hoy

El Metropolitano a comienzos de los sesenta

El Metropolitano a comienzos de los sesenta

A principios de los años veinte se comenzaron las obras del Stadium Metropolitano de Madrid, que fue inaugurado el 13 de mayo de 1923, durante el mandato de Julián Ruete como presidente del Athletic Club de Madrid. El nuevo campo de fútbol era compartido con otros equipos de la capital, como la Gimnástica o el Racing Club de Madrid. Fue construido como parte de la urbanización Colonia del Metropolitano, que había sido promovida por la división inmobiliaria de lo que hoy es Metro de Madrid, de ahí su nombre. Se ubicaba cerca de la actual Avenida de la Reina Victoria.

Durante la Guerra Civil española, el estadio, próximo al frente de guerra de la Ciudad Universitaria, quedó prácticamente destrozado. 

Al finalizar la guerra, los terrenos del Metropolitano fueron adquiridos por el Ejército del Aire, ya que los clubes Aviación Nacional y Athletic Club de Madrid se fundieron en el Athletic-Aviación Club. El ejército adquirió los terrenos para el Patronato de Huérfanos y en 1942 reconstruyó el estadio con el apoyo de Infraestructura Aérea. Curiosamente, las obras las dirigió un exjugador del equipo, el arquitecto

Javier Barroso, que comenzó jugando en el Real Madrid, y pasó al Athletic Club de Madrid como delantero para afianzarse como portero, después de pasar un tiempo como centrocampista. Luego sería presidente, entre 1955 y 1964.

El 15 de abril de 1950, el Atlético firmó el acta de compra del estadio, que entonces pertenecía a la Sociedad Stadium, de los hermanos Otamendi. En 1954 el Metropolitano es reinaugurado y ampliado,  alcanzando las cincuenta mil localidades. Pero los días del antiguo Metropolitano estaban contados. Tan solo ocho años después, en 1958, el Atlético decidió adquirir los terrenos cercanos al río Manzanares donde se construiría un nuevo estadio más moderno, lo que supondría la demolición del Metropolitano para la construcción de viviendas. Para la compra se decidió una emisión de deuda en forma de obligaciones hipotecarias, que fueron suscritas en su gran mayoría por los propios socios del club. En 1959 comenzaron la obras y el 2 de octubre de 1966 fue inaugurado el estadio del club rojiblanco llamado entonces Estadio Manzanares, posteriormente Vicente Calderón, en honor a su presidente, que lo fue entre 1964 y 1980. Durante 51 años el Calderón ha sido el campo de futbol del club colchonero,  del Atleti, como popularmente es conocido, concretamente hasta la temporada 2016-2017, en la que cambió su sede al Estadio Wanda Metropolitano, recuperando el nombre del antiguo estadio, aunque añadiéndole el nombre de su patrocinador, como parece corresponder a los nuevos tiempos. (EXTRACTO DEL LIBRO MADRID AÑOS 60-70. DOS DÉCADAS QUE NOS CAMBIARON ©ÁNGEL SÁNCHEZ CRESPO/ISABEL GALENDE)

 

El Salón Del Prado

 

El Salón del Prado

El Salón del Prado

El Salón del Prado. Lugar de encuentro y de ocio, el que ahora conocemos como Paseo del Prado, tuvo los nombres de Prado de Atocha, Prado de los Jerónimos o Prado Viejo, nombre este último, que era común entre el pueblo. La reforma urbanística iniciada en tiempos de Carlos III tuvo como resultado la unificación de estos lugares de esparcimiento, configurando uno de los enclaves más bellos de Madrid, el Salón del Prado.

Durante el siglo XVI, los llamados Prado de San Jerónimo y de Atocha, extramuros de la ciudad, eran conocidos por el pueblo de Madrid con el nombre de Prado Viejo. Felipe II se encargó de reorganizarlos y adecuarlos para el recreo de los madrileños. El Prado Viejo era un lugar de esparcimiento, de merienda, de romería, de tertulias, de galanes y damas en busca de pareja. En aquel Madrid, donde la apariencia era tan importante, era enclave de cita obligada para ver y ser visto.

Durante el reinado de Carlos III, las reformas urbanas se plantearon en la periferia de la ciudad, incluyendo el Prado Viejo que, pese a ser un paseo muy popular, había ido cayendo en un estado de abandono y perdiendo su primitiva función de lugar de entretenimiento. Para cambiar la fisonomía de este  espacio, Carlos III contó con la ayuda del conde Aranda, Pedro Pablo Abarca de Bolea (1719-1798), que sería presidente del Consejo de Castilla tras el motín de Esquilache y luego Secretario de Estado de Carlos IV. El conde de Aranda fue el auténtico ideólogo de esta transformación urbanística. El Salón del Prado, como se llamó a esta gran reforma, cubrió el arroyo que lo cruzaba, el arroyo de Valnegral, convirtiendo esta zona en un paseo arbolado con jardines y fuentes. Los trabajos se iniciaron en 1763, y con ellos, se pretendió integrar en uno a todos los fragmentos dispersos del espacio de transición entre la ciudad y el conjunto palatino del Buen Retiro, mediante la creación de un espacio limitado y embellecido por fuentes y vías arboladas.

El Salón del Prado fue ordenado urbanísticamente por José de Hermosilla (1715-1776), uno de los arquitectos más importantes del siglo XVIII, a la altura de Sabatini (1722-1797), Juan de Villanueva (1739-1811) y Ventura Rodríguez (1717-1785). ©ÁNGEL SÁNCHEZ CRESPO. Extracto del libro 101 CURIOSIDADES DE LA HISTORIA DE MADRID

 

Embalse de El Atazar, el  destino del Lozoya

Embalse de El Atazar

Embalse de El Atazar

El río Lozoya es represado a lo largo de su recorrido en varios embalses. El de El Atazar es el quinto en su recorrido y el más grande.

El río Lozoya nace en las lagunas glaciares de Peñalara recibiendo aguas de varios arroyos tributarios. El recién nacido adopta en su curso más alto el nombre de Arroyo de la Angostura, y discurre por el valle que tiene su nombre, el Valle del Lozoya, recogiendo aguas de infinidad de arroyos y regatos hasta convertirse en el río que más agua aporta al consumo de los madrileños. En el embalse de El Atazar se remansa casi el 50% del agua consumida en Madrid.

Hasta cinco embalses nutre con sus aguas el Lozoya: Pinilla, Riosequillo, Puentes Viejas, El Villar y El Atazar. También habría que señalar el embalse del Pontón de la Oliva, origen del Canal de Isabel II, que ya desde su construcción tuvo problemas de filtraciones, por lo que está en desuso.

El agua del río Lozoya es considerada una de las mejores de España, y ello es debido a la poca presión urbana en las zonas que atraviesa, la inexistencia de industrias contaminantes y, especialmente, a la morfología granítica del terreno, libre de cal y otros materiales que degradan la pureza del agua.

El gran embalse de El Atazar se construyó durante el régimen de Franco, como la mayoría de los existentes en España. Ya sabemos que esta pulsión de “El Generalísimo” le costó acuñar algunos motes populares, pero lo cierto es que a día de hoy seguimos haciendo uso de ellos. Precisamente, el embalse de El Atazar fue el último que Franco inauguró.

El Atazar se comenzó a construir en 1965 atendiendo a la necesidad de abastecimiento de la población de Madrid. Tenía un presupuesto inicial de 1.000 millones de pesetas, pero el desembolso final fue de 5.000 millones. Nunca se nos ha dado bien en España calcular los costes de las obras públicas, siempre suelen salirnos cinco o seis veces más caras de lo previsto, lo cual ya es un método de cálculo.

Las técnicas de construcción en El Atazar fueron innovadoras. Se construyó, por primera vez en España, una bóveda de doble curvatura y las cargas arquitectónicas descansaban sobre la propia roca del terreno. Con ello se hacia necesario menos hormigón, pero mira por donde, el terreno pizarroso de la zona no resistía bien las enormes tensiones de la estructura, así que hubo que rellenar con grandes cantidades de hormigón y reforzar las zonas de tensión.

El embalse de El Atazar tiene una capacidad de 426 Hm3 y ocupa 1.070 ha de los municipios de El Atazar, El Berrueco, Berzosa de Lozoya, Cervera de Buitrago, Patones y Puentes Viejas. La bóveda tiene una altura de 143 metros y una longitud de 484 y sus aguas superan los 100 metros de profundidad, en algunos puntos. Es el último tributo del río Lozoya antes de morir en brazos del Jarama  porque el siguiente embalse, el del Pontón de la Oliva, ni siquiera pudo ser usado. Lo construyeron en el único enclave calizo kárstico que hay por la zona y las aguas desaparecían bajo el suelo. Pero de eso hace muchos años y, además, es otra historia. ÁNGEL S. CRESPO  para GUADARRAMISTAS. (SI TE HA GUSTADO ESTE ARTÍCULO, PODRÁS DISFRUTAR DE MUCHOS MÁS CON AMPLIOS CONTENIDOS EN NUESTRO LIBRO “101 CURIOSIDADES DE LA HISTORIA DE LA SIERRA DE GUADARRAMA QUE NO TE PUEDES PERDER”).

 El Atazar

El Atazar

El Atazar, población

El Atazar, población

El Ventisquero de la Condesa

Ventisquero de la Condesa al pie de las antenas del Alto de las Guarramillas

Ventisquero de la Condesa al pie de las antenas del Alto de las Guarramillas

El Ventisquero de la Condesa está situado en la vertiente este del Alto de las Guarramillas, también conocido como Bola del Mundo, en la Sierra de Guadarrama. Este ventisquero y los arroyos cercanos al mismo son el origen del río Manzanares.

Hasta que la electricidad no permitió crear máquinas adecuadas para fabricar hielo, la obtención del mismo se llevaba a cabo directamente de la montaña. Los ventisqueros, como el Ventisquero de la Condesa eran los lugares idóneos para obtener la nieve acumulada durante el invierno.

Además de para conservar alimentos,  el hielo era utilizado por médicos y farmacéuticos con fines terapéuticos como rebajar fiebres o inflamaciones. También se hizo muy popular en las grandes ciudades, especialmente a partir del s.XVII, la costumbre de tomar granizados y refrescos, lo que aumentó aún más la demanda ya existente.

Gracias a la nieve, a los ventisqueros y a los pozos de nieve que se crearon al pie de los ventisqueros y en las ciudades de destino para la conservación y almacenaje, se amasaron grandes fortunas. Los privilegiados concesionarios de estas actividades fueron los “empresarios de moda” en su época. Los hubo por toda España, algunos tan conocidos y poderosos como Pedro Xarquíes, gran empresario de origen catalán que a comienzos del s. XVII abasteció a la villa y corte de Madrid con nieve de la Sierra de Guadarrama. Llegó a crear una red de pozos en la propia capital y en municipios aledaños como Valdemoro o Alcalá de Henares. La nieve era extraída por la empresa de Xarquíes del Ventisquero del Ratón y otros próximos situados en La Najarra, elevación montañosa donde se ubica el Puerto de La Morcuera.

En el caso del Ventisquero de la Condesa, la propiedad era de la todopoderosa familia Mendoza. En concreto, la condesa que da nombre al ventisquero era Doña Francisca del Silva y Mendoza, Marquesa de Santillana y Condesa del Real de Manzanares (1707-1770). Todavía se conserva en el ventisquero un murete de piedra que servía para contener la nieve y hacer más fácil su acumulación y extracción. En el Ventisquero de la Condesa tiene su origen el Río Manzanares que se nutre de diferentes arroyos y arroyuelos de la zona, discurriendo por tierras madrileñas en un recorrido de más 90 Km  hasta encontrarse con el Jarama, a la altura de Rivas-Vaciamadrid. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS. (SI TE HA GUSTADO ESTE ARTÍCULO, PODRÁS DISFRUTAR DE MUCHOS MÁS CON AMPLIOS CONTENIDOS EN NUESTRO LIBRO “101 CURIOSIDADES DE LA HISTORIA DE LA SIERRA DE GUADARRAMA QUE NO TE PUEDES PERDER”).

Aspecto del ventisquero a mediados del mes de julio

Aspecto del ventisquero a mediados del mes de julio

El Sexmo de Lozoya

El Sexmo de Lozoya

El Sexmo de Lozoya

El Sexmo de Lozoya. Después de una largo período de luchas entre cristianos y musulmanes, a finales del s.XI, Alfonso VI  había conseguido hacerse con las tierras situadas a ambos lados del Sistema central. Los territorios de lo que actualmente es Madrid, Guadalajara o Toledo, eran extensas zonas despobladas y sin ley que había que administrar, algo que se hizo a través de las denominadas Comunidades de Tierra y Villa.

En el ámbito territorial de la Sierra de Guadarrama se creó la todopoderosa Comunidad de la Ciudad y Tierra de Segovia. Las doscientas aldeas a su cargo debían ser gestionadas de una manera eficiente, así que nada mejor que descentralizar todo aquel poder y repartirlo en unidades administrativas menores, algo muy parecido a los que los suizos hacen con sus cantones. Para ello se formaron los llamados sexmos, cuya finalidad era recaudar tributos, gestionar el patrimonio común y arreglar los pleitos entre los pobladores.

La Comunidad de la Ciudad y Tierra de Segovia estaba dividida en trece sexmos y extendía sus dominios a territorios tan alejados de la Sierra de Guadarrama y de la propia ciudad de Segovia como Valdemoro (Madrid). Los sexmos de la zona sur de la Sierra de Guadarrama eran los siguientes: Manzanares, Tajuña, Casarrubios, Valdemoro y el sexmo de Lozoya, que se componía de las siguientes poblaciones, entonces aldeas: Rascafría, Oteruelo, Alameda, Pinilla, Canencia, Bustarviejo, Lozoya, y más tarde, Navalafuente y Valdemanco.

Probablemente no hayamos disfrutado a lo largo de la historia de una organización más democrática que los sexmos. Desde luego no había lugar a eso que llamamos ahora “listas cerradas”. El máximo representante del sexmo era el procurador de Tierra, también llamado procurador común o sexmero mayor. El cargo solamente podía recaer en un vecino sabio, es decir, con experiencia en los asuntos de los pueblos. Debía ser de buena fama, crédito y opinión, sin pertenecer a la nobleza.  Sus intereses particulares no podían ser superiores a los de cualquier otro vecino, o lo que es lo mismo, debía actuar como un vecino más en lo cotidiano, con pleno conocimiento de los problemas de los demás convecinos. Los montes, pastos, caza y aprovechamientos naturales se gestionaban en un régimen muy similar al de las cooperativas y, por supuesto, eran comunales. Los jueces eran nombrados por elección popular. Para terminar, el lema del sexmo era el siguiente “nadie más que nadie”.

Los sexmos,  como institución administrativa, se mantuvieron durante casi ocho siglos, hasta la práctica desaparición, en el s. XIX, de las Comunidades de Villa y Tierra. Sin embargo, algunas pequeñas facultades en el ámbito de la gestión de leñas y pastos comunes siguieron manteniéndose y han llegado hasta nuestros días. Actualmente, se mantienen once sexmos, que gestionan unas cuantas hectáreas y que integran la Comunidad de Segovia. De esa comunidad sigue formando parte el sexmo de Lozoya, en el que el sexmero mayor es el alcalde. Hoy día, el sexmo solamente se reúne para tratar pequeñas cuestiones de usos y aprovechamientos comunales. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS. (SI TE HA GUSTADO ESTE ARTÍCULO, PODRÁS DISFRUTAR DE MUCHOS MÁS CON AMPLIOS CONTENIDOS EN NUESTRO LIBRO “101 CURIOSIDADES DE LA HISTORIA DE LA SIERRA DE GUADARRAMA QUE NO TE PUEDES PERDER”).

Follow

Get every new post on this blog delivered to your Inbox.

Join other followers: