Las bajas temperaturas y las abundantes precipitaciones siguen sin favorecer la observación de insectos. Por estas mismas fechas en años anteriores era posible observar alguna mariposa diurna invernante termorregulándose al tibio sol, como la Aglais urticae o Nymphalis polychloros.
Por ahora el mundo de los insectos queda reducido a alguna especie de díptero como la mosca de la carne Calliphora vomitoria, o la metálica Lucilia caesar. Este tipo de moscas tienen una importante función al conseguir acelerar la descomposición de los cadáveres que los rigores invernales han ido dejando tras su paso, y es por eso que ellas están ahí esperando encontrar en esos cadáveres el modo de perpetuar su propia existencia.
El ambiente un poco anodino que aún se respira en la dehesa en este largo invierno, se ve alegrado por el incesante movimiento de los grupos de mitos Aegithalos caudatus, unas pequeñas e inquietas aves paseriformes que llegan a sorprender por su atrevida curiosidad.
La primavera se va gestando lentamente y las continuas nevadas permiten sospechar que este año será esplendorosa. ÁNGEL SÁNCHEZ CRESPO para GUADARRAMISTAS