Las temperaturas están siendo muy bajas, con nevadas seguidas de fuertes heladas nocturnas. En estas condiciones son contadas las ocasiones en las que se pueden observar mariposas invernantes. Otros años con tiempo más benigno, a lo largo de los primeros días de marzo se podían apreciar algunas especies de lepidópteros diurnos como Inachis io, Nymphalis polychloros, Polygonia c-album, Aglais urticae o Gonepteryx rhamni. Se trata de especies nacidas la temporada pasada, que sobreviven al invierno ocultas entre los huecos de los muros y piedras o protegidas por hojas secas, y que aprovechan los tibios rayos de sol para termorregularse. Este año, de momento apenas he podido ver pasar a gran velocidad alguna Gonepteryx rhamni y fugazmente también a una Aglais urticae, sin opción alguna de poder fotografiarlas.
En el suelo se puede sorprender a algún Díptero de la familia Tachinidae, probablemente a la espera de hallar una oruga a la que depositar su carga parásita de huevos, además de algunos pequeños himenópteros.
La flora apenas tiene representantes en flor, ninguno en las zonas de montaña. En los valles y al resguardo del intenso frío me tropiezo con una incipiente Gagea, seguramente Gagea soleirolii, también denominada Gagea guadarrámica -espero que los amigos de la web Herbarium Virtual me lo confirmen-.
En el encinar he visto la primera abubilla, Upupa epops, aún sin su sonoro reclamo “ubububú”, que no tardará en entonar, y a las tórtolas turcas Streptopelia decaocto que empiezan a ser frecuentes.
Las rapaces nocturnas como el mochuelo Athene noctua, el cárabo Strix aluco o el buho chico Asio otus, se oyen pero no se ven. El autillo Otus scops aún está por llegar, y el impresionante buho real Bubo bubo se afana ya en sus labores de cría en las zonas más escarpadas. ÁNGEL SÁNCHEZ CRESPO para GUADARRAMISTAS