El pino longevo o pinus longaeva –también conocido como pino de Great Basin- es una especie arbórea perteneciente a la familia de las pináceas. Está considerado como el árbol más antiguo del mundo puesto que algún ejemplar ronda los 5.000 años de vida. Sí, he dicho bien, 5.000 años. Vive en diferentes estados del suroeste de Estados Unidos -Utah, este de California y Nevada- y en algunos casos, a una altitud de 3.000 metros sobre el nivel del mar, lo que hace que no tenga ningún otro ser vivo que le haga competencia -ni siquiera el ser humano-.
En California, se encuentra sólo en las Montañas Blancas, los montes Inyo, y la Sierra Panamint, en los condados de Mono e Inyo. En Nevada, está presente en la mayor parte de las sierras más altas del Basin and Range desde Spring Mountains, cerca de Las Vegas hacia el norte, hasta las Ruby Mountains; y en Utah, al nordeste a South Tent en la Cordillera Wasatch
Además de la soledad como elemento que sin duda le ha permitido sobrevivir hasta nuestros días, otra curiosidad es que al desarrollarse en condiciones tan extremas, su período de crecimiento tiene lugar sólo durante 6 semanas al año. Crece, por tanto, muy lentamente y muy poco cada año. Se podría decir que sobrevive en el límite estrecho que separa la vida de la muerte. Por ello, todos estos árboles milenarios presentan esas maravillosas formas retorcidas en sus troncos y ramas, y en muchos ejemplares se da la circunstancia de que una parte del árbol está ya muerto, mientras que una pequeña rama continúa su particular lucha por la vida.
Fue Edmund Shulman, a finales de los años cincuenta, el que descubrió su extraordinaria longevidad, y en concreto y para asombro científico, halló en California un ejemplar de más de 4.700 años al que llamó Matusalén, y cuya localización exacta se mantiene en secreto para salvaguardar su integridad.
Una década después, investigadores de Nevada comenzaron a estudiar ejemplares de este tipo de pino en Wheeler Peak, pero la falta de financiación paralizó el proyecto. Llegaron, eso sí, a identificar algunos fantásticos ejemplares y a ponerles nombre: Sócrates, Buda, Prometeo… Para desgracia de estos últimos, en 1964 un estudiante que preparaba su tesis doctoral, Donald R. Currey, encontró la lista y los datos sobre su localización y se propuso estudiarlos.
Se fijó de manera especial en uno de los ejemplares de aspecto más maduro: Prometeo. Con el objeto de determinar su edad pidió permiso para talarlo al Servicio Forestal competente, que por supuesto y como no podía ser de otro modo, le fue concedido. La conclusión de la “autopsia” no podía ser más terrible. Había talado un ejemplar de 4.950 años, o lo que es lo mismo, se había cargado a hachazos al árbol más viejo del mundo. En todas partes cuecen habas…
Después del escándalo y tras numerosas protestas, toda la zona de hábitat de esta especie está protegida como Parque Nacional y Reserva Ecológica. ISABEL PÉREZ para GUADARRAMISTAS