El aliso, Alnus glutinosa, es un árbol adaptado al medio acuático, tanto que puede vivir parcialmente sumergido. Para soportar las fuertes corrientes y avenidas de agua, el aliso genera un sistema de raíces lo suficientemente potente para mantenerse firme a pesar de los 25 metros de altura que llega a alcanzar. Esas mismas raíces, o al menos una parte de ellas, llegan a profundizar lo necesario para acceder a las aguas que el verano ha confinado a capas freáticas más profundas. Por otra parte, las raíces más superficiales poseen una especie de nódulos capaces de fijar el nitrógeno del aire y así mantener vivo al aliso.
Esta capacidad para sobrevivir en terrenos encharcados o incluso sumergidos, hacen del aliso un árbol especialmente idóneo para ser plantado en terrenos donde cualquier otra planta no viviría.
La madera del aliso, que una vez cortada y con el transcurso del tiempo adquiere un tono rojizo y más tarde negro, es resistente a la humedad y al agua. Entre sus usos más importantes se encuentra la construcción de barcos, diques y conducciones de agua, ya los romanos la empleaban en sus acueductos. Sin embargo, fuera del entorno húmedo no es muy resistente y tiende a deteriorarse en contacto con el aire.
La corteza posee pigmentos con los que se obtiene un tinte negro, empleado en el curtido de pieles y en la industria textil. Para la obtención de este tinte, antiguamente los curtidores realizaban una infusión con la propia corteza a la que se añadían pequeñas virutas o ralladura de hierro.
Entre las propiedades medicinales del aliso destacan el poder antiinflamatorio de sus hojas, a las que también se atribuyen cualidades para combatir la ciática y el reumatismo, siempre aplicadas como cataplasma y de forma externa. La corteza se ha llegado a usar como sustitutiva de la quina en el tratamiento de procesos febriles y como curativa de enfermedades de las encías, boca y garganta.
El aliso, sin ser muy abundante, tiene distribución por casi toda la Península Ibérica, siempre cerca de arroyos, ríos y en general, zonas de alta humedad hasta altitudes no superiores a los 1600 metros. En la Sierra de Guadarrama forma parte de la vegetación de ribera en algunos ríos, como el río Guadalix, que tras nacer en el Puerto de la Morcuera y discurrir por Miraflores de la Sierra con el nombre de arroyo Miraflores, acaba siendo tributario del Jarama. El propio nombre del río Guadalix hace referencia al aliso, ya que Guadalix significa “río de los alisos”. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS