El esparto forma parte de esas materias primas naturales esenciales en la elaboración de utensilios domésticos y herramientas de trabajo. Serones, esportones, cuerdas, esteras, esterillas y capachos son solamente algunos de los instrumentos manufacturados con esparto. Los llamados cinchos, con los que se envuelven los quesos y se extrae el suero, o los capachos de prensado empleados en las almazaras de aceite, son otras formas de uso del esparto, en este caso, como instrumento o herramienta para conseguir elaborar productos básicos.
Aunque su aspecto parece recordarnos al de un junco, el esparto es una gramínea, eso sí, de gran porte. Su nombre científico hace referencia a su resistencia y dureza tenaz, no en vano se denomina Stipa tenacissima. Su distribución peninsular esta relacionada con suelos de carácter yesoso, que se sitúan en el centro y sur peninsular. Los atochares, como se denominan los montes gipsícolas donde el esparto prolifera, son lugares secos, duros, con poca precipitación y muchas horas de sol. Las macollas de esparto son cepellones herbáceos de los que sobresalen las hojas altas, recias y cortantes, que se empleaban en la elaboración de los diferentes utensilios.
En esos ambientes realmente poco apacibles, con escasa o nula vegetación arbórea, debían trabajar en la recolección de esparto los esparteros. Para ello, estos hombres se ayudaban de la cogedera, un instrumento consistente en un simple palo que portaban colgado de la muñeca y en el que enrollaban las hojas para arrancarlas de cuajo del cepellón. De ese modo no se dañaban las manos al ser el palo o cogedera el que soportaba toda la fuerza y los desgarros y arañazos del cortante y áspero esparto.
Una vez recogido, el esparto, después de limpio y seleccionado, se dejaba secar en el suelo. Para conseguir una mayor flexibilidad, necesaria en las posterior manufacturación, los manojos de esparto tenían que ser introducidos en balsas de agua donde permanecían varios días. Para romper la fibra y hacerlo dúctil también era preciso golpearlo en repetidas ocasiones.
Las labores relacionadas con el esparto podían tener más de un protagonista. De hecho, los recolectores eran los denominados atocheros, mientras que con el material se elaboraban distintos objetos que daban lugar a otros tantos nombres de oficios. Así, los que realizaban esteras eran los estereros, cofineros los elaboradores de capazos, alpargateros los fabricantes de alpargatas y sogueros los de soga, además de muchos otros relacionados con los objetos fabricados o con el proceso elaboración.
la importancia de la industria del esparto fue tan grande que en los años 40 y 50 del s.XX se llegó a crear en España el llamado Servicio Nacional de Esparto, un organismo de gestión dependiente entonces del Ministerio de Industria Comercio y Agricultura, y es que en aquellos años el esparto y las actividades que generaba constituían un sector económico muy importante.
En la actualidad, las labores relacionadas con esta gramínea no son relevantes, si acaso, siguen elaborándose objetos artesanales y artísticos. Otros materiales menos naturales pero menos costosos de obtener y elaborar han suplido a la fibra vegetal por excelencia de las estepas españolas. A cambio, los espartales han recuperado todo su esplendor y valor ecológico, que, sin duda, habrían perdido si su explotación hubiera continuado de forma masiva. Los atochares, por su aspecto desértico, parecen a simple vista no albergar mucha vida, pero la realidad es que cobijan especies vegetales de alto valor ecológico y una fauna adaptada a la sequedad y duras condiciones del terreno que solamente puede encontrarse en su entorno. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS