Bubopsis agrioides. Este raro insecto pertenece a la familia de los ascaláfidos Ascalaphidae, a su vez integrados en el orden de los neurópteros.
Los ascaláfidos se componen de 450 especies en todo el mundo, lo cual no es mucho si lo comparamos con otros insectos. Bubopsis agrioides posee las características generales de casi todos los ascaláfidos. Son de cuerpo robusto con largas antenas terminadas en una especie de maza, y alas con venas bien marcadas que disponen en forma de tejadillo cuando descansan. Algunas especies como las del género Libelloides presentan bonitas coloraciones en las alas. Sus ojos son prominentes, muy grandes y oscuros. Son muy buenos voladores y se alimentan de otros insectos que capturan en pleno vuelo.
Los podemos encontrar en primavera y verano en terrenos herbosos y abiertos, a veces con árboles en las cercanías o en zonas despejadas y secas. En cualquier caso, necesitan del sol y el calor para obtener energía suficiente con la que poder realizar sus potentes vuelos. Por supuesto, son inofensivos para el ser humano.
Entre los ascaláfidos más escasos y raros de la Península Ibérica se encuentra Bubopsis agrioides, que también podemos encontrar denominado como Bubospsis agrionoides. Es menos vistoso que otros congéneres, ya que sus alas no presentan coloración. Al posarse deja asomar su abdomen de una forma característica, parecido a uno de esos gimnastas que mantienen el equilibrio sobre las anillas. Esta postura es característica y muy distintiva de Bubopsis agrioides, que a diferencia de otros ascaláfidos más comunes, suele volar en el crepúsculo y tiene actividad nocturna. Raramente es visible durante el día, pero cabe que ello ocurra si tenemos la fortuna de toparnos con él cuando huye de algún peligro o sale espantado a nuestro paso. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS