Calendula arvensis. Maravilla silvestre, hierba del podador. Esta planta pertenece a la familia de las compuestas, Compositae, y es una de las primeras en florecer tras los fríos del invierno.
Si las condiciones climáticas lo permiten Calendula arvensis puede verse incluso en el período invernal. Los tallos pueden crecer hasta una altura de 30 cm, aunque por lo general suelen ser de menor tamaño.
Florece en todo tipo de terrenos: pastizales, bordes de caminos, campos de cultivo, dehesas boyales y cunetas de las carreteras.
Sus flores destacan por su intenso color amarillo yema y resultan muy ornamentales entre el verde intenso de los campos primaverales. Es por ello por lo que recibe el nombre común de maravilla silvestre, además de por algunas virtudes medicinales.
La caléndula, ya sea Calendula arvensis o la especie Calendula officinalis, se ha utilizado, de forma externa, como cicatrizante de heridas, de ahí su nombre, hierba del podador, nombre que se aplica a otras plantas silvestres con similares facultades cicatrizantes como Agrimonia eupatoria. También es eficaz en aplicaciones cosméticas como relajante de la piel y cicatrizante de grietas en pies y manos. En infusión se afirma que es emenagoga, o lo que es lo mismo, regula el flujo menstrual.
Los romanos también la utilizaban como colorante en sustitución del azafrán. Su nombre, caléndula, tiene también un origen ligado a Roma, a las “calendas”, que era como denominaban al primer día de cada mes, palabra de donde proviene “calendario”. La relación de este nombre se explica con diferentes teorías, unas dicen que la flor marca el transcurso del día, ya que se abre y cierra según el horario solar, pero eso es algo común a muchas plantas. Otra explicación se basa en que está presente a lo largo de todos los meses del calendario, y otra hace referencia a que las flores de la caléndula giran buscando siempre el sol y marcando el transcurso del día. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS