El parásito de una mosca, un hongo, un virus, la telefonía móvil… son algunas de las causas que se han barajado para explicar la muerte masiva de abejas que se viene produciendo desde hace años.
El fenómeno de desaparición de las abejas de sus colmenas se conoce como “colony collapse disorder” y es de sobra conocida su consecuencia. Sin abejas, mejor dicho, sin himenópteros –que es el orden de insectos al que pertenecen las abejas- no habría polinización. Sin polinización desaparecerían las plantas, por tanto, nuestro hábitat tal y como lo conocemos, y también la mayor parte de las cosechas. Ello pondría al borde la extinción a millares de especies de animales, y en esa cadena, uno de los eslabones del desastre sería el correspondiente a los seres humanos, que también desapareceríamos. Así de importante es un insecto tan “insginificante”.
Ahora, las últimas investigaciones de científicos franceses y británicos apuntan a que la causa de su merma está en el uso de una serie de pesticidas neonicotinoides que afectan a su sentido de la orientación.
Según los estudios realizados por investigadores franceses que utilizaron microemisores de radiofrecuencia que adosaron al cuerpo de las abejas para poder seguir todos sus movimientos, casi la mitad de aquellas que recibieron una dosis de pesticida murieron fuera de la colmena, mientras que las bajas entre el grupo de las abejas que no fueron expuestas al veneno fueron sensiblemente menores, alrededor de un 20%.
Las investigaciones concluyen que los pesticidas mencionados afectan al sistema nervioso de los insectos, lo que les produce la desorientación que causa la muerte de las abejas al no saber encontrar el camino de vuelta a la colmena. ISABEL PÉREZ para GUADARRAMISTAS