Blaps lusitanica, blaps. Los blaps son un género de coleóptros de la familia de los tenebriónidos –Tenebrionidae-, con siete representantes en la Penínusla Ibérica y dos endemismos en la Isla de Menorca.
Destacan por su tamaño, que puede llegar a los 3 cm, por su color negro y por no poder volar, ya que los élitros que ocultan las alas voladoras están pegados.
Son insectos de hábitos nocturnos que se alimentan de residuos vegetales, materia orgánica en descomposición y hasta excrementos. Su caminar es lento, algo torpe, como si les costara calcular cuál de sus seis patas es la que tienen que mover para iniciar la marcha. Durante el día se esconden entre ramas, piedras y hojarasca.
En caso de ser molestados adoptan una curiosa postura tratando de esconder su cabeza al mismo tiempo que levantan el abdomen, lo que produce una cierta sensación de amenaza para el observador.
Son completamente inofensivos, pero muchos blaps esconden un arma biológica muy poderosa, su repugnante olor. Cuando se ven en peligro segregan una sustancia de un olor fétido que además tarda en desaparecer, así que mejor no tocarlos.
Especialmente maloliente es el blaps de cementerio, Blaps mortisaga, que fue introducido en Europa occidental probablemente desde la región del Cáucaso, y que en España se observó por vez primera en la Isla de Mallorca. Como arma defensiva, además de su mal olor, tiene la facultad de “hacerse el muerto”, una técnica conocida como tanatosis que emplean muchos animales para defenderse de las agresiones y no ser devorados por depredadores que no comen carroña, ni animales muertos. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS