El longicornio del pino, Monochamus galloprovincialis, es un coleóptero de la familia de los cerambícidos –Cerambycidae-, considerado una plaga leve de los pinos.
Su nombre científico Monochamus galloprovincialis está relacionado con Francia. “Galloprovincialis”, –galo, de Francia-, en concreto, de la provincia francesa de La Provenza, donde existen poblaciones de pino marítimo, también llamado rodeno o negral, Pinus pinaster, que se ven atacadas entre otros insectos por este bonito coleóptero.
Monocahmus galloprovincialis no solamente se distribuye en Francia, lo hace por toda Europa y también por la Península Ibérica, en todos aquellos lugares donde existan pinares y abetales.
Los adultos, de hasta 2,5 cm de longitud, son visibles entre los meses de junio y comienzos de septiembre. En esa fase consumen las ramillas de los árboles, aunque lo hacen de una forma poco intensa, de modo que no puede considerarse que sea una plaga verdaderamente defoliadora. Las hembras depositan entre 30 y 40 huevos en las cortezas de los pinos, realizando incisiones para las que utilizan sus mandíbulas. Normalmente eligen árboles débiles, enfermos o ya derribados. Las larvas de Monochamus galloprovincialis alcanzan los 4 cm, penetran en el interior de la madera excavando galerías, donde se desarrollan y pupan hasta convertirse en adultos. Este proceso dura un año, aunque puede prolongarse otro año más en las zonas con climas más fríos.
El verdadero problema de este coleóptero proviene del posible papel transmisor o vector que juega respecto a un diminuto nemátodo o gusanillo denominado Bursaphelenchus xylophilus. Este nemátodo es originario de Norteamérica, desde donde se ha extendido a Asia y, recientemente, a Europa, en concreto a Portugal. En Norteamérica es menos peligroso porque allí las especies de pino son más resistentes, pero en Europa y Asia pueden aprovechar cualquier herida de un pino sano para secarlo en apenas tres meses. Monochamus galloprovincialis, al hacer sus puestas o al alimentarse de las ramillas de los pinos, puede estar contribuyendo a expandir a este peligroso nemátodo que se sirve del coleóptero para ser transportado, y que causa el llamado “marchitamiento de los pinos”, un serio problema forestal. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS