Uno de los reptiles adaptados a las áreas rocosas y montañosas es Podarcis muralis, lagartija roquera, que también llega a colonizar construcciones humanas.
Podarcis muralis se distribuye por toda Europa y en la Península Ibérica lo hace principalmente en la zona norte -desde Cataluña a Asturias-, en la Sierra de Guadarrama y en el Sistema Ibérico. Algunos autores consideran que las especies de la Cordillera Cantábrica y Pirineos son Podarcis muralis brogniardi, mientras que las de los sistemas Central e Ibérico son Podarcis muralis merremia. Otros autores las clasifican todas en el genérico Podarcis muralis muralis.
La presión urbana en las zonas montañosas puede poner en peligro a la lagartija roquera, mucho menos frecuente y adaptada que su pariente, la lagartija ibérica, Podarcis hispanica.
La cabeza y el cuerpo miden entre 5 y 7 cm, a los que hay que añadir la cola. Existe un gran dimorfismo sexual entre machos y hembras, o lo que es lo mismo, tienen aspectos diferentes en cuanto al colorido y diseño de sus dibujos. El período de máxima actividad de la lagartija roquera coincide con la primavera y el verano, desde los meses de abril hasta finales de agosto.
Podarcis muralis se desenvuelve en terrenos rocosos, desde los acantilados costeros de la zona cantábrica a las zonas pedregosas y rocosas de las montañas del interior donde está distribuida. También es común verla en muros divisorios de fincas donde encuentran refugio. Las hembras efectúan entre una y tres puestas de huevos al año, cada una de ellas consistente en un número que oscila entre 2 y 11 huevos.
La alimentación de Podarcis muralis, lagartija roquera, se basa en pequeños invertebrados. Es objeto de depredación por otros reptiles y aves. Su mecanismo de defensa consiste en esconderse entre los resquicios rocosos de los que nunca suele estar muy alejada. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS