Las arañas del género Tegenaria pertenecen a la familia Agelenidae. Son conocidas como arañas domésticas, ya que no es raro encontrarlas en el interior de las viviendas y edificaciones, especialmente en zonas campestres o ajardinadas, desde donde se introducen buscando un lugar seguro.
Aunque la tegenaria es absolutamente inofensiva para el ser humano y además beneficiosa, ya que se alimenta de insectos que sí pueden resultar nocivos o molestos, el gran problema de esta araña es su tamaño. Y es que cualquiera que la haya visto en el techo o la pared de su casa, con su cuerpo de 2 cm y sus patas aún más largas, seguramente se habrá sobresaltado. Además, corren a gran velocidad, lo cual puede producir una mayor sensación de nerviosismo en el observador, que acaba matándola. Sin embargo, ni su intención es hacernos daño -no somos su alimento-, ni su veneno es tan potente como para causarnos daños importantes. Parece ser que solamente inoculan veneno en un 40% de las picaduras defensivas, y para que nos piquen debemos atraparlas con la mano o apresaras involuntariamente con nuestro cuerpo.
Las hembras de tegenaria son algo más grandes que los machos, algo común en la mayoría de las arañas. Viven durante todo el año escondidas en los rincones, armarios, sótanos y zonas apartadas. Construyen una telaraña extendida con una forma tubular en el centro, donde la araña suele permanecer quieta a la espera de que alguna presa quede atrapada.
Por lo general, los ejemplares que se ven suelen ser machos que deambulan por la casa en busca de hembras, algo que sucede, principalmente, a finales del verano o comienzos de otoño.
En la Península Ibérica hay varias especies de tegenaria, algunas de las más habituales son Tegenaria atrica o Tegenaria domestica.
La especie Tegenaria agrestis, originaria del centro de Europa, se ha extendido a otros puntos del continente europeo, incluyendo la Península Ibérica y América del Norte. Su picadura ocasional está en la actualidad siendo objeto de estudio, ya que parece que puede provocar síntomas de cierta relevancia, lo que se ha llamado “tegenarismo”. La sintomatología consiste en dolor ardiente, ulceración y posible necrosis de la zona afectada, así como cefalea persistente durante unos diez días que no remite con los analgésicos habituales. En casos excepcionales puede producir trastornos visuales, somnolencia, alucinaciones y vómitos, además de complicaciones más graves que dependen del previo estado de salud del afectado. En España no hay datos relevantes, ni casos señalados, sí los hay en Estados Unidos. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS