Burhinus oedicnemus, alcaraván común. Un ave extraña por su aspecto, que recuerda al de las gaviotas, aunque el alcaraván prefiere las estepas, arenales, cultivos de cereal, eriales y campos secos.
Su presencia se pone de manifiesto por su inconfundible y agudo grito crepuscular y nocturno que emite en vuelo: “currr-liii”. Sin embargo, a plena luz del día se mimetiza con el entorno permaneciendo inmóvil o agachado para no ser descubierto. Se mueve con carreras cortas y rápidas manteniendo una postura encorvada y deteniéndose de repente para vigilar el entorno.
Se distribuye por casi toda la Península Ibérica, aunque es escaso o inexistente en las zonas más húmedas de la franja norte.
El alcaraván común incrementa ligeramente sus efectivos en invierno con la llegada de otros congéneres desde Francia o Gran Bretaña, momento del año en que llega a formar bandos.
Los machos de Burhinus oedicnemus, alcaraván común, realizan un extraño ritual de cortejo. Delante de un grupo de hembras, el macho del alcaraván estira el cuello, entreabre las alas y extiende la cola en forma de abanico. De repente, las hembras salen corriendo hacia él, pero éste se para y corre hacia ellas cogiendo palos y piedras con el pico que lanza hacia atrás. La explicación a este comportamiento solamente la saben los alcaravanes…, aunque, la verdad, hay machos humanos que resultan aún más grotescos en sus rituales de cortejo y no saben por qué lo hacen.
Volviendo al alcaraván, su original ritual se lleva a cabo entre los meses de abril y julio. Tras el apareamiento, el nido se construye al abrigo de plantas, en agujeros del suelo o entre piedras que los propios alcaravanes enriquecen aportando material, que incluye excrementos de conejo. La hembra deposita dos huevos que son incubados por ambos progenitores durante cuatro semanas aproximadamente. Los pollos empiezan a volar seis semanas después de nacer.
Los alcaravanes se alimentan de caracoles, babosas, insectos y lombrices. Tampoco descartan algún pequeño roedor o anfibio. Son aves grandes, de unos 40 cm de altura. En ellos destacan sus grandes ojos amarillos y su pico y patas también amarillos.
En la Sierra de Guadarrama, Burhinus oedicnemus, alcaraván común, no está presente en el área montañosa, pero sí en la rampa serrana, y no es extraño escuchar su sonoro reclamo cuando en los crepúsculos o las noches veraniegas sobrevuelan las poblaciones de estas zonas de la sierra. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS