El mejillón cebra, Dreissena polymorpha, es una de las especies invasoras con mayor potencial destructivo. Su proliferación pone en peligro no solamente a otras especies, también las infraestructuras hidráulicas y los canales de riego, y hasta las centrales nucleares pueden verse afectadas.
En el año 2001 se detectó en Cataluña la presencia de este molusco proveniente del Mar Caspio, donde se mantiene en equilibrio ecológico, y que se ha introducido en el resto de Europa y en Estados Unidos.
El ciclo vital del mejillón cebra pasa por una fase larvaria y otra como adulto. En su fase larvaria, que dura unas cuatro semanas, es cuando puede producirse su propagación. Las larvas, arrastradas por corrientes o adheridas a los cascos de las embarcaciones, botas o aparejos de pesca se extienden por ríos, lagunas, lagos o embalses. Se adhieren a cualquier sustrato sólido donde se desarrollan como adultos. Una vez instalado, el mejillón cebra se reproduce con enorme facilidad. Las hembras pueden producir casi un millón de huevos por temporada.
Desde el año 2001 hasta la actualidad se ha extendido por diferentes embalses de la cuenca del Ebro –Flix, Ribarroja, Mequinenza, entre otros-. También ha colonizado varios cursos fluviales hasta Navarra, incluido el río Ebro, la presa de Sobrón en Burgos, el salto eléctrico de Puentelarrá, en Álava, y la lista no para de crecer. También la cuenca del Júcar está afectada y la del Segura probablemente, ya que a través del trasvase Tajo-Segura llegan a este último aguas procedentes del Júcar.
El impacto del mejillón cebra en las especies autóctonas es importante, ya que disminuye el filoplancton disuelto en el agua y altera la composición de los fondos. Esto afecta de forma significativa a otras especies de bivalvos como Margaritifera auricularia, un molusco en peligro de extinción que solamente se encuentra en el río Ebro –Aragón y Tarragona- y en dos ríos franceses. Sin duda, la presencia del mejillón cebra supondrá la definitiva desaparición de este molusco que, al parecer, antes tapizaba los fondos del río Ebro en algunos tramos.
Los problemas no solamente son medioambientales. El mejillón cebra forma colonias tan grandes que llega a bloquear las infraestructuras de riego, desagües, azudes, las compuertas de los embalses, y en general, cualquier infraestructura hidráulica. Las centrales nucleares no escapan a la amenaza, ya que las tomas de agua para la refrigeración de los reactores pueden verse obstaculizadas por la presencia de este molusco.
Erradicar la presencia del mejillón cebra, Dreissena polymorpha, es muy difícil, por no decir imposible. Los costes empleados en reparar las infraestructuras dañadas son cada vez mayores. En Estados Unidos se habla de casi 2.000 millones de dólares invertidos en 10 años.
Para evitar su proliferación, los pescadores y usuarios de embarcaciones deben extremar las medidas de desinfección. Limpiar y secar los cascos de las embarcaciones, los aparejos de pesca, botas de agua, remos, neumáticos de los vehículos que hayan estado en contacto con el agua, etc. Hay que tener en cuenta que las larvas resisten vivas con un mínimo de humedad a la espera de encontrar otro medio acuático.
De momento, otras cuencas hidrográficas como la del Tajo, que abastece a Madrid, o la del Duero – las dos a las que vierten sus aguas los ríos y arroyos de la Sierra de Guadarrama- no están contaminadas, pero si no se actúa con precaución, acabarán por estarlo. También la Administración debe ser cuidadosa con los trasvases y proyectos en donde intervengan diferentes cuencas hidrográficas, porque el problema del mejillón cebra, Dreissena polymorpha, es realmente serio. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS