Iberodorcadion perezi. Es un endemismo de la Sierra de Guadarrama. Pertenece a los comúnmente denominados escarabajos pipa, coleópteros de la familia de los cerambícidos. Sobre su pertenencia a un género o un subgénero existen discrepancias entre los científicos. Algunos consideran que Iberodorcadion debe considerarse un género específico, mientras que otros afirman que se trata de un subgénero englobado dentro de otro más amplio, el género Dorcadion.
En cualquier caso, los Iberodorcadion tienen en común su presencia en la península Ibérica. La mayoría como endemismos, es decir, solamente presentes en el ámbito peninsular.
Cada especie ocupa un lugar muy concreto de la geografía. Son insectos sin alas, que al no poder volar no son capaces de atravesar largas distancias y desniveles. Por ese motivo pueden existir dos especies distintas de Iberodorcadion situadas a corta distancia, pero cada una de ellas limitada a un área específica. Eso también supone un reto para los científicos y taxonomistas, ya que las especies difieren, a veces, por detalles difíciles de analizar. Muchas de las especies de Iberodorcadion están adaptadas principalmente a las montañas, y los valles son el límite o barrera de su distribución, como ocurre con nuestro protagonista.
Su aspecto recuerda a una pipa de girasol, con marcas negras y blancas, lo que les proporciona el nombre común de escarabajos pipa. El ciclo vital de estos interesantes seres comprende una fase larvaria que puede durar en algunas especies dos años y comprender cinco o seis fases de muda, y otra fase adulta, más corta, que coincide con algunos meses de la primavera o el verano; dependiendo de las especies pueden incluso verse en otoño. Viven asociados a las gramíneas, de las cuales se alimentan y en cuyas raíces viven sus larvas.
Las hembras adultas de algunas especies de Iberodorcadion viven siempre cerca de la planta que las hospedó en sus raíces durante su fase larvaria, y son los machos los que deambulan tratando de encontrarlas para aparearse, objetivo principal y último de sus vidas como adultos.
Al atardecer se esconden debajo de las piedras o se ocultan semienterrando la cabeza en el suelo, justo en la zona basal de las gramíneas de las que se alimentan.
Iberodorcadion perezi fue descrito en el año 1849 por el entomólogo Mariano de la Paz Graells, el descubridor de la mariposa Graellsia isabelae, de la que ya hemos hablado en nuestro blog. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS