Inconfundible e ineludible es la silueta del palacete que sobre los mil metros de altitud se asienta en el municipio de Torrelodones. Es una imagen que se cruza en el trayecto de miles de madrileños que cada fin de semana utilizan la concurrida A-VI, la antaño carretera de La Coruña, en su peregrinar hacia la sierra. Recuerdo de tiempos pasados, de la dictadura franquista, como lo es la cruz que preside Cuelgamuros o Valle de los Caídos; enclave estratégico, por su situación y sus vistas, por el entorno natural que lo rodea y por ser puerta de entrada a la sierra, el Canto del Pico fue durante casi 40 años refugio y residencia de recreo del dictador. Un camino interno lo comunicaba con el Palacio del Pardo, la residencia principal de Franco.
La historia de este palacete, situado en la finca del mismo nombre, que a su vez procede de la forma que adopta la masa de granito donde se ubica, comienza en 1920 cuando José María del Palacio y Abárzuza, conde de las Almenas, inició su construcción. La obra se realizó según su propio gusto arquitectónico, utilizando piezas de diferentes lugares de España. Las verjas las trajo el conde desde el Monasterio de las Salesas de Madrid, las columnas góticas del Palacio del Infante de Zaragoza, los capiteles del Castillo de Curiel de Duero, en Valladolid, los cruceros de Galicia, las tallas y ornamentos de Logroño y de La Seo de Urgell, y las columnas y arcos del monasterio de Santa María de Valldigna de Simat, en Valencia, estos últimos desmontados y devueltos a la Comunidad Valenciana a cambio de financiar una réplica.
Después de su construcción, el palacete fue lugar de descanso de Antonio Maura, presidente del Gobierno durante el reinado de Alfonso XIII y ministro de Ultramar, de Gobernación y de Justicia. Su amigo, el conde de las Almenas, permitió a Maura disfrutar en aquel entorno privilegiado de la pintura y la lectura, aficiones favoritas del expresidente. Allí mismo, un 13 de diciembre de 1925, murió Antonio Maura, al sufrir un derrame cerebral mientras bajaba las escaleras que conducen al jardín. El propio conde mandó inscribir en piedra, al pie de la escalera una frase que dice:
“Cuando bajaba estas escaleras subió al cielo Don Antonio Maura Montaner”
Pero la historia no termina aquí. Durante la guerra, el palacio de El Canto del Pico fue ocupado por el ejército republicano. Desde el mismo, Indalecio Prieto y los generales Miaja y Rojo dirigieron las operaciones de la terrible batalla de Brunete.
Terminada la guerra, el conde de las Almenas, afín al bando nacional, y que había perdido un hijo en la contienda, decidió en disposición testamentaria dejar el palacete al general Franco. A la muerte del dictador, el Canto del Pico sufrió un paulatino abandono por parte de la familia Franco. Muchas de sus numerosas obras de arte fueron saqueadas durante la década de los ochenta. En 1988, la familia propietaria vendió a una empresa privada la finca. La intención era construir un hotel de lujo aprovechando su excepcional ubicación, desde la que se divisan numerosos pueblos de la Comunidad de Madrid. A día de hoy, la burocracia, los pleitos, las licencias urbanísticas, el tiempo, el desdén, miles de discursos y pocos recursos, en definitiva, nuestra idiosincrasia, han llevado a este pedazo de nuestra historia a la más completa ruina. Ni siquiera la réplica del claustro devuelto a la Comunidad Valenciana y pagado con fondos de dicha comunidad para sustituir al original, ha podido ser instalado, ya que no hay suficiente seguridad para evitar los saqueos. Triste destino para un edificio declarado monumento histórico artístico en 1930 y bien de interés cultural por la Comunidad de Madrid. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS. (SI TE HA GUSTADO ESTE ARTÍCULO, PODRÁS DISFRUTAR DE MUCHOS MÁS CON AMPLIOS CONTENIDOS EN NUESTRO LIBRO “101 CURIOSIDADES DE LA HISTORIA DE LA SIERRA DE GUADARRAMA QUE NO TE PUEDES PERDER”).