El río Lozoya es represado a lo largo de su recorrido en varios embalses. El de El Atazar es el quinto en su recorrido y el más grande.
El río Lozoya nace en las lagunas glaciares de Peñalara recibiendo aguas de varios arroyos tributarios. El recién nacido adopta en su curso más alto el nombre de Arroyo de la Angostura, y discurre por el valle que tiene su nombre, el Valle del Lozoya, recogiendo aguas de infinidad de arroyos y regatos hasta convertirse en el río que más agua aporta al consumo de los madrileños. En el embalse de El Atazar se remansa casi el 50% del agua consumida en Madrid.
Hasta cinco embalses nutre con sus aguas el Lozoya: Pinilla, Riosequillo, Puentes Viejas, El Villar y El Atazar. También habría que señalar el embalse del Pontón de la Oliva, origen del Canal de Isabel II, que ya desde su construcción tuvo problemas de filtraciones, por lo que está en desuso.
El agua del río Lozoya es considerada una de las mejores de España, y ello es debido a la poca presión urbana en las zonas que atraviesa, la inexistencia de industrias contaminantes y, especialmente, a la morfología granítica del terreno, libre de cal y otros materiales que degradan la pureza del agua.
El gran embalse de El Atazar se construyó durante el régimen de Franco, como la mayoría de los existentes en España. Ya sabemos que esta pulsión de “El Generalísimo” le costó acuñar algunos motes populares, pero lo cierto es que a día de hoy seguimos haciendo uso de ellos. Precisamente, el embalse de El Atazar fue el último que Franco inauguró.
El Atazar se comenzó a construir en 1965 atendiendo a la necesidad de abastecimiento de la población de Madrid. Tenía un presupuesto inicial de 1.000 millones de pesetas, pero el desembolso final fue de 5.000 millones. Nunca se nos ha dado bien en España calcular los costes de las obras públicas, siempre suelen salirnos cinco o seis veces más caras de lo previsto, lo cual ya es un método de cálculo.
Las técnicas de construcción en El Atazar fueron innovadoras. Se construyó, por primera vez en España, una bóveda de doble curvatura y las cargas arquitectónicas descansaban sobre la propia roca del terreno. Con ello se hacia necesario menos hormigón, pero mira por donde, el terreno pizarroso de la zona no resistía bien las enormes tensiones de la estructura, así que hubo que rellenar con grandes cantidades de hormigón y reforzar las zonas de tensión.
El embalse de El Atazar tiene una capacidad de 426 Hm3 y ocupa 1.070 ha de los municipios de El Atazar, El Berrueco, Berzosa de Lozoya, Cervera de Buitrago, Patones y Puentes Viejas. La bóveda tiene una altura de 143 metros y una longitud de 484 y sus aguas superan los 100 metros de profundidad, en algunos puntos. Es el último tributo del río Lozoya antes de morir en brazos del Jarama porque el siguiente embalse, el del Pontón de la Oliva, ni siquiera pudo ser usado. Lo construyeron en el único enclave calizo kárstico que hay por la zona y las aguas desaparecían bajo el suelo. Pero de eso hace muchos años y, además, es otra historia. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS. (SI TE HA GUSTADO ESTE ARTÍCULO, PODRÁS DISFRUTAR DE MUCHOS MÁS CON AMPLIOS CONTENIDOS EN NUESTRO LIBRO “101 CURIOSIDADES DE LA HISTORIA DE LA SIERRA DE GUADARRAMA QUE NO TE PUEDES PERDER”).