Aconitum napellus, acónito. Es una de las plantas más tóxicas que existen en la península Ibérica. Unos cuantos gramos matan a una persona. Ni siquiera debe tocarse, ya que a través de la piel puede producirse transmisión de sus sustancias tóxicas.
La ingestión de esta planta produce hormigueo, calambres, vómitos, diarreas, sensación de frío y en muchos casos, dependiendo de la cantidad ingerida, la muerte. No hay antídoto.
La toxicidad no solamente se da en Aconitum napellus, todas las plantas del género Aconitum que crecen en la Península poseen las mismas características tóxicas: Aconitum vulparia, Aconitum napellus, Aconitum anthora, Aconitum burnatii y Aconitum variegatum.
Algunas especies pueden llegar a los 2 metros de altura, pero por lo general suelen medir aproximadamente algo más de 1 metro de alto. Florecen entre los meses de mayo y septiembre, dependiendo de las especies. En concreto, Aconitum napellus lo hace entre los meses de junio y septiembre. Las flores, de forma tubular, crecen en torno al tallo agrupadas en racimos. Son de color azul en A. napellus, A. variegatum o A. burnatii, y amarillas en A.Vulparia y A. anthora. Las hojas son palmeadas de color verde oscuro.
La mayoría crecen en la mitad septentrional de la península Ibérica, coincidiendo con las áreas más frescas y húmedas. También en Sierra Nevada, en la provincia de Granada, se localizan algunas de las especies como A. burnatii o A. vulparia. En la Sierra de Guadarrama podemos encontrar A. napellus y A.vulparia subesp. neapolitanum, concretamente crecen en el área de Somosierra, zona en la que se desarrolla una vegetación más propia del norte peninsular, debido a sus especiales condiciones climáticas de temperatura y humedad.
Toda la planta es muy venenosa, por lo que no se debe utilizar medicinalmente. No hay que tocar ni recolectar ninguna de las partes de la planta, incluyendo sus flores.
Las sustancias responsables de la toxicidad de estas plantas son unos alcaloides denominados aconitinas, que también se encuentran en otras especies de la familia de las ranunculáceas, a la que pertenece Aconitum napellus. Se absorben con facilidad por las mucosas y también directamente a través de la piel, motivo por el que ya hemos comentado que el acónito no debe ser manipulado.
Sin embargo, la farmacología ha conseguido darle un uso medicinal a esta planta y a la aconitina. Con ella se han elaborado medicamentos que sirven para combatir los dolores y neuralgias que provoca el nervio trigémino en algunas personas, uno de los dolores más agudos e insoportables que se pueden padecer, y que en algunos casos ha provocado el suicidio de quienes lo sufrían. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS. (SI TE HA GUSTADO ESTE ARTÍCULO, NO TE PUEDES PERDER NUESTRO LIBRO “QUE NO PISAR, NO COMER Y NO TOCAR EN LA NATURALEZA”, UNA GUÍA DE LAS ESPECIES DE ANIMALES, PLANTAS Y HONGOS POTENCIALMENTE PELIGROSOS DE LA PENÍNSULA IBÉRICA).