Vipera latastei, víbora hocicuda. Es una de las tres especies de víbora presentes en la península Ibérica junto a la víbora áspid, Vipera aspis y la víbora de seoane, Vipera seoanei.
La víbora hocicuda es la más abundante de las tres, se distribuye por toda la Península, con excepción de la franja norte y los Pirineos. También está localizada en el norte de África. La víbora áspid se reparte por la zona pirenaica y prepirenaica, desde Cataluña, al este de Cantabria y el norte de las provincias de Burgos y Soria, zonas en las que coexiste con la víbora hocicuda. Por su parte, la víbora de seoane ocupa la franja norte cantábrica, desde el país Vasco a Galicia, incluyendo el norte de las provincias de Palencia, Burgos, y León. Precisamente son el norte de Burgos y León las zonas geográficas donde pueden concurrir las tres especies de víbora existentes en la Península Ibérica.
Al igual que las otras especies, Vipera latastei no es muy grande, su tamaño oscila alrededor de los 60 o 70 cm. La cabeza triangular caracteriza a las víboras, al igual que sus pupilas en forma de raya vertical, muy diferente a las de las culebras no venenosas que tienen las pupilas redondas. Su color es grisáceo, con una banda dorsal negruzca en zigzag. Sin duda, lo más llamativo es su apéndice nasal levantado que le da el nombre común de hocicuda.
Vípera latastei, víbora hocicuda, habita por lo general zonas pedregosas con matorral. Se encuentra hasta los 1.800 metros de altitud, aproximadamente. Los muros de mampostería medianeros que separan las fincas ganaderas son uno de los lugares predilectos de la víbora hocicuda. Conviene alejarse de estos muros y evitar que nuestros perros se acerquen a oler e investigar en sus proximidades. También la podemos encontrar en robledales, encinares y bosques de coníferas, por lo general siempre que haya rocas y terreno pedregoso.
La reproducción tiene lugar en primavera, si bien también existe la posibilidad de un segundo período reproductivo al comienzo del otoño, algo que depende de las temperaturas y meteorología de cada año. Las hembras son ovovivíparas, es decir, no ponen huevos, sino que los mantienen en su interior hasta que eclosionan las crías, de modo que paren crías ya formadas en un numero que oscila entre 6 y 13. Son animales longevos, los machos viven unos 11 años y las hembras alrededor de 14. La madurez sexual tarda en alcanzarse unos 4 años para los machos y 5 para las hembras.
La alimentación de Vípera latastei, víbora hocicuda, consiste en pequeños vertebrados, como reptiles y roedores. Es víctima de algunos eficientes depredadores como el águila culebrera, los jabalíes, ginetas e incluso algunos otros reptiles como la culebra bastarda. Por supuesto, el ser humano es, sin duda, el peor de sus enemigos, debido al miedo ancestral hacia los reptiles en general, y en concreto hacia las víboras.
Sus hábitos son diurnos, aunque en la época más calurosa del verano se vuelve crepuscular y a veces nocturna. La podemos observar desde el comienzo de la primavera hasta el otoño. En los meses fríos del invierno hiberna a la espera de la llegada de la nueva primavera.
El veneno de la víbora hocicuda es similar, en cuanto a sus efectos, al de las otras dos especies, quizá el de la víbora áspid sea algo más activo. Hay que tener en cuenta que de las casi 2.000 personas mordidas por víboras al año en España, la muerte se produce en 3 o 5 casos. La reacción alérgica y las circunstancias personales de salud de la víctima son determinantes en este sentido, más que la propia peligrosidad del veneno, nada comparable con la de otros venenos de ofidios asiáticos, africanos o americanos.
En cualquier caso, en nuestras salidas al campo hay que evitar levantar piedras o introducir las manos desnudas en las fisuras rocosas, llevar calzado adecuado como unas botas altas y no dejar las mochilas o las clásicas neveras con refrescos en el suelo –la víbora puede refugiarse bajo ellas buscando la sombra o el fresco-.
Si sufrimos una mordedura de Vipera latastei, víbora hocicuda, o de cualquier otra víbora, no hay que hacer torniquetes fuertes, ni cortar, ni succionar, ni nada de lo que vemos en las películas. Lo mejor es inmovilizar el miembro practicando un suave torniquete –debe permitir el paso de un dedo por debajo- y trasladar a la víctima a un centro sanitario. El dolor intenso va acompañado de inflamación que alcanza su máximo a las 48 horas. Pero en cualquier caso, no se trata de un veneno fulminante, por lo que salvo complicaciones derivadas de la salud del afectado, es perfectamente factible acudir a un centro sanitario para aplicar el tratamiento adecuado. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS. (SI TE HA GUSTADO ESTE ARTÍCULO, NO TE PUEDES PERDER NUESTRO LIBRO «QUE NO PISAR, NO COMER Y NO TOCAR EN LA NATURALEZA», UNA GUÍA DE LAS ESPECIES DE ANIMALES, PLANTAS Y HONGOS POTENCIALMENTE PELIGROSOS DE LA PENÍNSULA IBÉRICA).