Graellsia isabelae o Actias isabellae son los nombres científicos que podemos ver escritos y que se refieren a la que dicen ser la mariposa más bella de Europa.
Parece que según las últimas corrientes taxonómicas lo correcto es englobarla en el género Actias, aunque sin duda nos parece mucho más evocador el nombre de Graellsia, ya que con él se rinde homenaje al entomólogo que la descubrió, Mariano de la Paz Graells, aunque realmente fue su perro Curicus quien le puso sobre la pista. Tenéis más datos sobre esta historia en el post publicado en nuestro blog “Un entomólogo, un perro y la más bella mariposa”.
Dejando a un lado las cuestiones relativas al nombre, incluyendo si hay que decir isabelae o isabellae, que también tiene su controversia –isabelae la denominó Graells e isabellae parece provenir de una corriente francesa-, nos vamos a referir a la protagonista, una mariposa espectacular cuyo primer encuentro forma parte de esos recuerdos que acompañan al naturalista para toda la vida.
Graellsia isabelae es una mariposa nocturna, lo que normalmente llamamos una polilla, pero no es una polilla cualquiera. Su rareza, colores, formas y tamaño, unos 9 cm de envergadura, la convierten en una de las joyas entomológicas de la Península Ibérica. Pertenece a la familia Saturnidae, en la que se encuentra también el lepidóptero más grande de Europa, Saturnia pyri.
El hábitat de Graellsia isabelae o Actias isabellae se encuentra en los pinares, preferentemente los de pino silvestre, Pinus sylvestris, y pino laricio, Pinus nigra, hasta los 1.800 metros de altitud, aproximadamente. Los adultos vuelan entre los meses de mayo y junio, aunque la vida de cada ejemplar suele ser de unos 7 días, que dedican íntegramente a las tareas de reproducción, ya que ni siquiera se alimentan en esos últimos momentos de su vida.
Es una mariposa de hábitos nocturnos. Los machos vuelan atraídos por las feromonas sexuales emitidas por las hembras, feromonas que detectan a distancia con sus antenas plumosas. Tras la cópula, la hembra deposita, en noches sucesivas, unos 100 huevos, lo hace entre las ramillas y acículas de los pinos. Tres o cuatro semanas después eclosionan las orugas que se alimentan vorazmente de acículas, aunque ello nunca ha supuesto plaga o peligro alguno para la integridad del pinar, entre otras cosas porque las poblaciones de Graellsia isabelae nunca alcanzan una gran densidad. Tras realizar cuatro mudas, las orugas se dirigen al suelo donde se entierran entre el musgo y la pinocha formando un capullo de seda. Allí crisalidan y pasan el invierno hasta que emergen como adultos la primavera siguiente. Se ha comprobado que necesitan inviernos fríos. Las crisálidas en cautividad suelen morir.
Graellsia isabelae es una mariposa no muy abundante, suele ser parasitada por otros insectos, pero sin duda el peor de los parásitos que le puede afectar es el ser humano, a través de los incendios, las fumigaciones indiscriminadas contra la procesionaria y los coleccionistas.
Se distribuye en la Península Ibérica en determinados enclaves de la Sierra de Guadarrama, Sierra de Albarracín, Montes Universales, Serranía de Cuenca, Sierras de Cazorla, Segura y Alcaraz, puertos de Beceite y Pirineos. También existen algunas poblaciones en Francia sobre las que se discute la procedencia. Hay quienes afirman que las colonias de Graellsia isabelae francesas fueron introducidas desde la Península Ibérica.
Está considerada de Interés Especial en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas y protegida por la ley autonómica en la Comunidad de Madrid, además de por Convenios y Directivas europeas. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS