Hospital de Kansas (Estados Unidos) con enfermos afectados por el virus de gripe española.

Hospital de Kansas (Estados Unidos) con enfermos afectados por el virus de gripe española en 1918.

La gripe española y el sudor inglés. En el verano de 1918, mientras la Primera Guerra Mundial se decantaba a favor de los aliados, un golpe de gracia definitivo se cernía sobre los maltrechos combatientes. A los millones de víctimas con los que Gran Guerra había sembrado las trincheras y campos franceses, se unía ahora una extraña gripe que en los meses siguientes se hizo mortífera, tanto, que en cuestión de horas terminaba con la vida de soldados jóvenes y sanos. Unos meses antes, en primavera, en el campamento militar Camps Devens, al noroeste de Boston, en Estados Unidos, algunos hombres comenzaron a padecer lo que entonces denominaron “extraña neumonía”. Hacia el mes de septiembre los contagios fueron en aumento y los efectos de la enfermedad, devastadores. En dos semanas casi 60.000 soldados estaban contagiados.

De todo ello se deduce que fueron los soldados estadounidenses llegados a Europa, en apoyo de franceses y británicos, los que introdujeron la enfermedad en el Viejo continente, aunque después de un siglo aún no se sabe con certeza el origen de la que fue denominada “gripe española”

Si el origen se sitúa en Estados Unidos, cabe preguntarse por qué España tiene el dudoso honor de dar nombre a la peor pandemia de la historia de la humanidad; sí, peor que cualquier otra, ya que la gripe de 1918 mató en cuatro meses, en todo el mundo, más gente que la peste en 100 años o el SIDA desde su origen hasta nuestros días. La razón de que se denominara “gripe española” se debe a que España no estaba alineada en la Gran Guerra. La censura impuesta por los mandos de los combatientes impedía dar información acerca del rastro de muerte que la gripe estaba dejando entre militares y civiles. En España, sin esas limitaciones, los periódicos informaban a diario y, como no podía ser de otro modo, era la principal preocupación, máxime cuando el propio rey Alfonso XIII cayó enfermo. Lo que Europa conocía era lo que ocurría en España, por lo que comenzó a denominarse “gripe española”, “spanish influenza”2 o “spanish flu”, como si España fuera el foco y único lugar donde la gripe estaba actuando. En la actualidad, se estima que murieron más de 50 millones de personas en todo el mundo, aunque hay estimaciones de hasta 100 millones, quizá un tanto exageradas. Solamente en China fallecieron, a causa de esta gripe, 30 millones, unos 15 en la India, 700.000 en Estados Unidos, 400.000 en Francia, 250.000 en Gran Bretaña y 300.000 en España. Ningún rincón del mundo quedó a salvo.

La denominada “gripe española”, quizá sea comparable, no tanto por el numero de muertos, como por su virulencia, con el denominado “sudor inglés”, también llamado “sudor anglicus” o “pestis sudorosa”. Se trata de otra enfermedad con atribución geográfica, esta vez en Inglaterra, que se prodigó entre los siglos XV y XVI, apareciendo y desapareciendo por períodos de dos semanas, siempre en verano, y causando en ese corto período de tiempo una gran mortandad. Se extendió desde Inglaterra al centro, norte y este de Europa, pero al finalizar el S. XVI no volvió a repetirse. Mareos, frío, sudor muy abundante -que otorgó el nombre a la enfermedad-, dolor muscular, agotamiento y hemorragias nasales eran sus síntomas. Doce horas después de comenzar los mismos, los enfermos morían, no solían superar las 24 horas de resistencia. Otros, transcurridas esas horas, mejoraban y sanaban. ©ÁNGEL SÁNCHEZ CRESPO/Extracto del libro EL GENERAL QUE SE ALIÓ CON LAS ARAÑAS. TORMENTAS, VOLCANES, PANDEMIAS Y OTROS FENÓMENOS NATURALES QUE CAMBIARON LA HISTORIA