Apis mellifera. ©ÁNGEL SÁNCHEZ CRESPO

Apis mellifera. ©ÁNGEL SÁNCHEZ CRESPO

Las abejas domésticas miden entre 1 y 2 cm de longitud, mientras que los abejorros son más grandes, anchos, pesados y emiten un sonoro zumbido al volar. La abeja es de color marrón, más o menos oscuro, con bandas alternas negras.

Los abejorros presentan diferentes colores. Los hay completamente violáceos como Xylocopa violacea, dorados, con franjas amarillas y negras, del género Bombus, en definitiva, de diferente aspecto según la especie.

El hábitat natural de la abeja común se encuentra en plena naturaleza, en zonas con árboles, en cuyos huecos construyen sus nidos,  cerca de campos floridos. Es la domesticación humana la que las ha concentrado en colmenas, pero no obstante, sigue siendo en campo abierto donde se alimentan.

Los abejorros viven en lugares diversos como huecos de árboles, en nidos que construyen perforando la madera o en la tierra, ya sea excavando galerías o aprovechando antiguas madrigueras o nidos de otros animales.

Se alimentan  del néctar y polen de las flores y tienen un papel fundamental en la polinización de las plantas y, por tanto, en el mantenimiento del entorno natural, tal y como lo conocemos.

Sobre su peligrosidad, cabe decir que tanto abejas comunes como abejorros poseen un aguijón que usan solamente con fines defensivos. Por lo que respecta a los abejorros, mucho hay que molestarlos para que nos piquen. Por lo general son insectos tranquilos, afanados en su tarea de recolección de polen, que asumen con plena dedicación, ajenos, aparentemente, a cuanto les rodea.

Las abejas melíferas pueden ser más agresivas si sienten que su colonia está en peligro. No obstante, es muy raro que piquen cuando se encuentran obteniendo polen y néctar, a diferencia de las avispas que son mucho más agresivas, entre otras cosas porque pueden picar sin perder la vida. Las abejas, al picar pierden el aguijón, que dejan clavado junto a parte de su aparato intestinal, con lo cual mueren.

La picadura reviste un peligro similar al de las avispas. Un intenso dolor y quemazón al que sigue inflamación de la zona afectada. Al igual que el veneno de las avispas, el de las abejas puede producir en personas hipersensibles una reacción anafiláctica con fatales consecuencias.

Como precauciones a tomar,  no debemos acercarnos a zonas en donde haya colmenas o donde se encuentren los nidos de abejorros y, por supuesto, no molestar a sus habitantes.

A mediados del s. XX se introdujo en América la abeja africana Apis mellifera scutellata. Procedente del este de África es similar a la abeja común, pero produce más cantidad de miel. También es mucho más agresiva. Algunas reinas de abeja africana se escaparon e hibridaron con la especie común.

Como consecuencia surgió una abeja cruce de ambas, menos productiva pero muchísimo más agresiva.

El resultado es que las nuevas abejas denominadas “africanizadas” producen menos miel y atacan sin aparente provocación, por lo que ya han causado muertes en animales y seres humanos en algunos lugares del mundo como Norteamérica. Son capaces de perseguir en masa a un intruso hasta un kilómetro de distancia. Además, no es posible distinguirlas a simple vista de las abejas comunes, ya que parecen iguales. © Ángel Sánchez Crespo. SI TE HA PARECIDO INTERESANTE ESTE ARTÍCULO, ENCUENTRA MÁS INFORMACIÓN DE OTRAS ESPECIES EN NUESTRO LIBRO QUÉ NO PISAR, NO COMER Y NO TOCAR EN LA NATURALEZA

Enjambre natural. Shutterstock
Enjambre natural. Foto de Shutterstock