Archive / ROSÁCEAS

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Prunus spinosa, endrino

Aspecto otoñal de una rama de Prunus spinosa con frutos

Aspecto otoñal de una rama de Prunus spinosa con frutos

Prunus spinosa, endrino. Con el nombre científico de Prunus spinosa se conoce al endrino, ciruelo borde, arán, arañón o espinillo negro, del que se elabora el pacharán a partir de sus frutos.

Prunus spinosa es un arbusto de hasta 2 metros de altura, perteneciente a la familia de las rosáceas. Florece el endrino muy pronto, desde febrero o marzo, según la zona geográfica, y prolonga su floración hasta el mes de mayo. Los frutos del endrino, las endrinas, maduran en otoño y permanecen mucho tiempo sobre el arbusto.

El área de distribución de Prunus spinosa abarca la mayor parte de Europa, también el norte de África y el oeste de Asia. En España esta distribuido principalmente por el centro y mitad norte peninsular, y es más escaso cuanto más al sur. También está presente en Baleares, aunque no en la isla de Ibiza.

El endrino acepta cualquier tipo de suelo siempre en zonas montañosas o de rampa. Es muy común verlo junto a las vallas de separación de fincas, haciendo de perfecta barrera contra los intrusos, ya que su ramaje es intrincado y cubierto de poderosas espinas.

Endrinos en plena floración utilizados como defensa en vallado de piedra

Endrinos en plena floración utilizados como defensa en vallado de piedra

El género Prunus, al que pertenece el endrino, Prunus spinosa, es el mismo de los almendros, albaricoqueros, melocotoneros, ciruelos y cerezos, todos ellos caracterizados por sus frutos comestibles. En el caso de las endrinas, su uso más popular es la preparación del licor navarro llamado pacharán, también elaborado en Aragón. Para producir el pacharán se utilizan unos 300 gramos de endrinas que se dejan macerar en aguardiente de anís. El pacharán se elabora en Navarra desde la Edad Media y el nombre castellanizado lo toma del euskera, patxaran -paitar, aguardiente y aran, endrino-. En Aragón también es común la producción artesanal de este licor, especialmente en la zona pirenaica.

En cuanto a sus propiedades medicinales, las flores de Prunus spinosa, en infusión, tienen efectos laxantes, aunque muy suaves, por lo que se afirma que son apropiadas para los niños. Los frutos –las endrinas- alivian las diarreas y son calmantes de los dolores estomacales, aunque conviene tomarlas en forma de jarabe o compota cuando ya están bastante maduras. Son ricas en vitamina C, hierro, potasio y calcio. En cuanto a las hojas, se les atribuyen propiedades beneficiosas en el tratamiento de la diabetes. ÁNGEL S. CRESPO  para GUADARRAMISTAS

Prunus spinosa, detalle de sus flores

Prunus spinosa, detalle de sus flores

Crataegus monogyna, majuelo, espino albar

Crataegus monogyna, majuelo, espino albar

Crataegus monogyna, majuelo, espino albar

Crataegus monogyna, majuelo, espino albar. El majuelo Crataegus monogyna es un arbusto que por su porte podemos calificar como pequeño árbol, ya que llega a alcanzar los 10 metros de altura, aunque el tamaño medio está en torno a los 5 metros.

Pertenece a la familia de las rosáceas, como la mayoría de los frutales que habitualmente se han consumido en nuestro país –perales, manzanos, cerezos, melocotoneros, albaricoqueros o ciruelos-. Esa afinidad ha permitido que el majuelo se haya utilizado como patrón para injertos de muchas de estas especies frutales.

Las flores, que aparecen entre los meses de abril y junio, poseen un fuerte y característico aroma que atrae a innumerables especies de insectos, incluidas las abejas Apis mellifera.

Como planta medicinal, del majuelo se han descrito propiedades hipotensoras y ligeramente diuréticas. En algunas poblaciones de Extremadura se hace una infusión con flores y hojas que denominan tila de espino, y que sirve para “calmar los nervios”. Y es que también se le reconocen propiedades sedantes, calmantes de la tos e inductoras al sueño.

En el ámbito de los usos y la etnobotánica, con el nombre de espino y espinar existen innumerables advocaciones marianas a lo largo de la geografía peninsular –Nuestra Señora del Espino o Nuestra Señora del Espinar-.

Los frutos se han consumido más por hambre y por aprovechar un recurso ofrecido de forma gratuita por la naturaleza que por su sabor. Al respecto de sus cualidades organolépticas las opiniones son encontradas, hay quienes dicen que los frutos o “majoletas” son deliciosos y saben a manzana,  y quienes consideran que son ásperas y saben mal. En cuestión de gustos no hay discusión, pero sí es cierto que poseen vitamina C.

En tiempos en los que no había muchos juguetes ni distracciones infantiles, los niños comían el fruto para extraer el hueso y poder lanzarlo con canutos, a modo de cerbatana.

Los espinares son el hábitat de una de las setas más buscadas por los aficionados a la micología, la Tricholoma georgii o Calocybe gambosa, más conocida como perrochico, seta de San Jorge  o mansarón, como se la denomina también en algunos lugares de Castilla y León.

Muchas aves y mamíferos se alimentan de los frutos del majuelo  y algunas como el picogordo, Coccothraustes coccothraustes, son especialistas en ellos. El alcaudón dorsirrojo, Lanius collurio, emplea las espinas del majuelo para ensartar a sus presas y tenerlas localizadas y disponibles como alimento.

Una de las plagas más destructivas de Crataegus monogyna es el lepidóptero Aglaope infausta, que puede llegar a defoliar y debilitar a este querido y popular arbolillo. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS

Crataegus monogyna, porte

Crataegus monogyna, porte

Crataegus monogyna, hojas

Crataegus monogyna, hojas

Agrimonia eupatoria. Agrimonia, hierba de las heridas, hierba del podador

 

Agrimonia eupatoria. Detalle.


Agrimonia eupatoria. Detalle.

La agrimonia Agrimonia eupatoria forma parte de las plantas medicinales usadas desde la antigüedad. Su nombre científico parece provenir de un antiguo estudioso de las propiedades curativas de las plantas, el rey griego Mitrídates Eupator, rey de Ponto, que compaginaba su afición a la botánica con las guerras contra los romanos.

El propio Mozart compuso la música para una ópera en la que el rey Mitrídates era el protagonista. Mitridate, Rè di Ponto se llama y para los interesados en ella, se puede decir que reúne todos los requisitos de un culebrón de los de ahora. Un rey con dos hijos, que es dado por muerto, y cuya prometida se enamora de uno de ellos, mientras que el otro hijo se enamora a su vez de ella. Peleas entre hermanos,  el padre que parecía muerto no lo estaba y se encuentra con la papeleta cuando vuelve. Al final, el padre herido en combate se arroja sobre su espada y se deja morir por amor a todos ellos, o por quitarse el problema de encima. Así se convierte en héroe y referente en la lucha contra los pérfidos romanos.

Hay quienes afirman que el nombre eupatoria no tiene nada que ver con el rey  Eupator, sino con hepatorium, que quiere decir remedio contra el hígado, pero hay que reconocer que si tenemos que elegir, nos quedamos con la historia del rey, mucho más poética e interesante que eso de  “remedio para el hígado”. Cosas de las etimologías.

Siguiendo con la planta, sí está totalmente comprobado que los franceses empleaban la agrimonia en un preparado que denominaban allá por los siglos XV y XVI eau d´arquebusade, en castellano agua de arcabuzazo, y que se empleaba para curar las heridas producidas por disparos de arcabuz, una de las armas de fuego de la época, algo rudimentaria pero muy eficaz –su disparo no superaba el alcance de 50 metros, pero a menos de esa distancia atravesaba una armadura-. Esta facultad de curar heridas también se desprende de algunos de sus nombres comunes  como hierba de las heridas o hierba del podador.

El otro nombre que compone el de la especie agrimonia está relacionado con la palabra griega argemone -remedio para la mancha blanca de los ojos-, y es que los griegos ya conocían otra de las propiedades medicinales de la agrimonia. En la actualidad, los colirios a base de Agrimonia eupatoria son más eficaces contra la conjuntivitis que muchos de los fármacos con cortisona que se comercializan.

También se emplea en gargarismos para aclarar y dar consistencia a la voz -al parecer algunos cantantes profesionales la utilizan-, o para combatir dermatitis y reacciones alérgicas, por sus efectos similares a los de los corticoides. En definitiva, la agrimonia es una farmacia natural en sí misma.

Agrimonia eupatoria pertenece a la familia de las rosáceas,  se desarrolla en herbazales húmedos, incluso algo encharcados, en zonas principalmente montanas y hasta los 1.500 metros de altitud. Se distribuye por casi todo el hemisferio norte, con excepción de las zonas más frías. En la Península, la podemos encontrar dispersa por toda su geografía, siempre que se den las condiciones climáticas y de altitud adecuadas. Florece desde el mes de mayo hasta septiembre. ÁNGEL S. CRESPO  para GUADARRAMISTAS

Agrimonia eupatoria. Porte.

Agrimonia eupatoria. Porte.

Sorbus aucuparia. Serbal de los cazadores, serbal silvestre, serbal

Serbal de los cazadores. Frutos.

Serbal de los cazadores. Frutos.

El serbal de los cazadores es un árbol caducifolio de tamaño medio. No supera los 15 metros de altura y crece de forma aislada o junto a otros árboles, como robles y hayas hasta una altitud de 2.500 metros.

Su nombre científico aucuparia, proviene del latín aucupor, que significa cazar aves, y de ello deriva su nombre común serbal de los cazadores. Parece que los frutos han sido utilizados por lo cazadores como reclamo para atraer y cazar las aves que gustan de consumirlos.

Con esos frutos se han elaborado desde antiguo mermeladas, compotas y jaleas. Sin embargo no es aconsejable comerlos crudos ya que son ácidos y contienen parasorbina, una sustancia que provoca irritación gástrica, pero cuyo efecto nocivo para la salud desaparece con la cocción.

Entre las propiedades más importantes de los frutos de Sorbus aucuparia se encuentra la gran riqueza en vitamina C. De hecho, durante la Segunda Guerra Mundial, en los países del centro y norte  de Europa, el serbal de los cazadores fue denominado “el limonero del norte”, ya que suplía la carencia de los cítricos que no se cultivan en esas zonas frías, y que por el desabastecimiento producido por la guerra, no llegaban desde el Mediterráneo.  De ese modo, los frutos del serbal se convirtieron en un remedio contra el escorbuto, enfermedad producida por la falta de vitamina C. En el centro y norte de Europa además de mermeladas, jaleas y compotas, se elaboran licores y vinagres, e incluso en épocas de escasez, los frutos han hecho las veces de pan.

Desde el punto de vista medioambiental, el serbal aporta alimento a gran número de mamíferos y aves.  Los osos de las montañas palentinas y leonesas sienten predilección por estas bayas de color naranja, algo que no ha pasado desapercibido a la sabiduría popular, ya que por allí llaman al árbol mostaja de oso. Pero no solamente gustan de los frutos los osos,  también los zorros, martas y garduñas. Entre las aves, los camachuelos Pyrrhula pyrrhula son voraces consumidores, y no le faltan admiradores entre currucas, arrendajos, zorzales, estorninos, mirlos y petirrojos.

Su madera, muy dura, es capaz de resistir usos que provocan un gran desgaste.

El serbal de los cazadores se extiende principalmente por la mitad septentrional de la Península y en el sur llega a Sierra Nevada.

Está presente en la Sierra de Guadarrama, en zonas frescas y húmedas de montaña que constituyen su hábitat natural.

Sorbus aucuparia está protegido por la ley en la Comunidad de Madrid y en Andalucía. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS

Detalle de Sorbus aucuparia.

Detalle de Sorbus aucuparia.

Rubus sp. ( Zarza, Zarzamora)


 

Rubus sp.

Rubus sp.

Inconfundible arbusto con tallos flexibles arqueados y provistos de espinas curvadas que a finales de verano produce las populares “moras”. Así lo conocemos todos, sin embargo es bastante complicado distinguir las diferentes especies de zarzas que podemos encontrar en la Sierra de Guadarrama. No todas son iguales, ni tampoco lo son sus frutos, algunos son más apreciados que otros por las gentes de los pueblos serranos.

Podemos hablar de cuatro especies frecuentes:

Rubus caesius, cuyos frutos “moras” son tempranos, entre julio y agosto, a diferencia del resto de especies cuyos frutos maduran hacia septiembre. Se la conoce como “mora temprana”,  o “pajarera”. En Segovia se la denomina “santiagueña”. Sus frutos dicen que son muy dulces y gustosos.

Rubus lainzii. Las moras maduran en agosto y suelen ser de mayor tamaño que las del resto de las especies. Se la llama “mora garrafal” o “mora arroyera”. No es muy abundante.

Rubus ulmifolius. Es la más común, y probablemente el fruto que aparece en la fotografía sea de esta especie, ya que madura en septiembre. La llaman en Segovia “mora sanmigueleña” -San Miguel es el 29 de septiembre-.“Mora perrunera” o “morronera” se la denomina en otros lugares de la sierra.

Rubus castellarnaui a la que llaman “moscatel” sería la cuarta de las especies de Rubus más habituales. Las moras de esta especie son las más apreciadas.

No solamente se han utilizado para consumo los frutos, también los tallos y brotes nuevos de la zarza se han consumido crudos o en ensaladas. Y por si fuera poca la rentabilidad gastronómica en algunos lugares serranos como Pinilla del Valle o La Acebeda se recogía la llamada “miel de zarza” o “bulleros”, panalillos de miel que sobre la zarza construyen unas pequeñas abejas. ÁNGEL SÁNCHEZ CRESPO  para GUADARRAMISTAS

 

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