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Leptoglossus occidentalis, chinche americana del pino

Leptoglossus occidentalis

Leptoglossus occidentalis

Leptoglossus occidentalis, chinche americana del pino, es una especie originaria del oeste de Estados Unidos, cuyas poblaciones se han ido expandiendo por todo el mundo.

Las primeras citas en Europa se registraron en el norte de Italia en 1999. Posteriormente colonizó todo el país para extenderse por gran parte de Europa: Suiza, Eslovenia, Croacia, Hungría, Austria, República Checa, Bélgica, Francia, Islas Británicas y España.

En la península Ibérica, Leptoglossus occidentalis se citó por primera vez en Barcelona en el año 2003 y actualmente podemos encontrar este hemíptero en  Andalucía, Aragón, Castilla-La Mancha, Cataluña, Galicia, Islas Baleares, Madrid, Región de Murcia, País Vasco, y Comunidad Valenciana. Se cree que una de las vías de entrada es la marítima, a través de puertos de fuerte actividad comercial.

Entre los meses de octubre y diciembre este insecto se hace más visible, al parecer debido a que los adultos buscan sus lugares de invernada, de los que saldrán a finales de primavera. Es entonces cuando comienzan a alimentarse de la savia de las acículas y de las piñas verdes. Las hembras ponen los huevos a finales de mayo o principios de junio y éstos eclosionan aproximadamente a los 10 o 15 días. Las larvas pasan por cinco estadios antes de convertirse en adultos a finales de agosto. No es de extrañar que podamos encontrarlos en invierno en el interior de las viviendas próximas a los pinares, ya que éstas son un buen lugar para su refugio invernal.

Los machos son algo más pequeños de las hembras, cuyo cuerpo -al margen de las antenas- puede alcanzar los 2 cm de longitud y unos 8 mm de anchura.

En Estados Unidos y Canadá, Leptoglossus occidentalis, chinche americana del pino, está considerado una plaga de los pinares. En España aún se desconoce su verdadera incidencia sobre estos árboles. No obstante, es una más de las especies alóctonas invasoras  de las que no cabe esperar nada positivo para nuestros bosques. © ANGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS

(Fuente: Catálogo español de especies exóticas invasoras. Ministerio de Agricultura Alimentación y Medio Ambiente. 2013)
Leptoglossus occidentalis, chinche americana del pino

Leptoglossus occidentalis, chinche americana del pino

Mejillón cebra, Dreissena polymorpha

Mejillón cebra, Dreissena polymorpha

Mejillón cebra, Dreissena polymorpha

 

El mejillón cebra, Dreissena polymorpha, es una de las especies invasoras con mayor potencial destructivo. Su proliferación pone en peligro no solamente a otras especies, también las infraestructuras hidráulicas y los canales de riego, y hasta las centrales nucleares pueden verse afectadas.

En el año 2001 se detectó en Cataluña la presencia de este molusco proveniente del Mar Caspio, donde se mantiene en equilibrio ecológico,  y que se ha introducido en el resto de Europa y en Estados Unidos.

El ciclo vital del mejillón cebra pasa por una fase larvaria y otra como adulto. En su fase larvaria, que dura unas cuatro semanas, es cuando puede producirse su propagación. Las larvas, arrastradas por corrientes o adheridas a los cascos de las embarcaciones, botas o aparejos de pesca se extienden por ríos, lagunas, lagos o embalses. Se adhieren a cualquier sustrato sólido donde se desarrollan como adultos. Una vez instalado, el mejillón cebra se reproduce con enorme facilidad. Las hembras pueden producir casi un millón de huevos por temporada.

Desde el año 2001 hasta la actualidad se ha extendido por diferentes embalses de la cuenca del Ebro –Flix, Ribarroja, Mequinenza, entre otros-. También ha colonizado varios cursos fluviales hasta Navarra, incluido el río Ebro, la presa de Sobrón en Burgos, el salto eléctrico de Puentelarrá, en Álava, y la lista no para de crecer. También la cuenca del Júcar está afectada y la del Segura probablemente, ya que a través del trasvase Tajo-Segura llegan  a este último aguas procedentes del Júcar.

El impacto del mejillón cebra en las especies autóctonas es importante, ya que disminuye el filoplancton disuelto en el agua y altera la composición de los fondos. Esto afecta de forma significativa a otras especies de bivalvos como Margaritifera auricularia, un molusco en peligro de extinción que solamente se encuentra en el río Ebro –Aragón y Tarragona- y en dos ríos franceses. Sin duda, la presencia del mejillón cebra supondrá la definitiva desaparición de este molusco que, al parecer, antes tapizaba los fondos del río Ebro en algunos tramos.

Los problemas no solamente son medioambientales. El mejillón cebra forma colonias tan grandes que llega a bloquear las infraestructuras de riego, desagües, azudes, las compuertas de los embalses, y en general, cualquier infraestructura hidráulica. Las centrales nucleares no escapan a la amenaza, ya que las tomas de agua para la refrigeración de los reactores pueden verse obstaculizadas por la presencia de este molusco.

Erradicar la presencia del mejillón cebra, Dreissena polymorpha, es muy difícil, por no decir imposible. Los costes empleados en reparar las infraestructuras dañadas son cada vez mayores. En Estados Unidos se habla de casi 2.000 millones de dólares invertidos en 10 años.

Para evitar su proliferación, los pescadores y usuarios de embarcaciones deben extremar las medidas de desinfección.  Limpiar y secar los cascos de las embarcaciones, los aparejos de pesca, botas de agua, remos, neumáticos de los vehículos que hayan estado en contacto con el agua, etc. Hay que tener en cuenta que las larvas resisten vivas con un mínimo de humedad a la espera de encontrar otro medio acuático.

De momento, otras cuencas hidrográficas como la del Tajo, que abastece a Madrid, o la del Duero – las dos a las que vierten sus aguas los ríos y arroyos de la Sierra de Guadarrama- no están contaminadas, pero si no se actúa con precaución, acabarán por estarlo. También la Administración debe ser cuidadosa con los trasvases y proyectos en donde intervengan diferentes cuencas hidrográficas, porque el problema del mejillón cebra, Dreissena polymorpha, es realmente serio. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS

Panel informativo en la entrada del embalse de La Jarosa, Guadarrama

Panel informativo en la entrada del embalse de La Jarosa, Guadarrama

Panel informativo en la Jarosa, Guadarrama

Panel informativo en la Jarosa, Guadarrama

Panel informativo situado en el embalse de La Jarosa, Guadarrama

Panel informativo situado en el embalse de La Jarosa, Guadarrama

 

Especies invasoras: de hecho curioso a peligroso

Según los datos recogidos en el proyecto DAISIE (Delivering Alien Invasive Species Inventories for Europe), en el que ha participado el CSIC español, en Europa existen 11.000 especies invasoras de microorganismos, animales y plantas. De  ellas, 1.400 están en España. De esta investigación se deduce también que más del 10% de estas especies invasoras son dañinas para los ecosistemas autóctonos y que el Mediterráneo es la zona marina más perjudicada con 1.313 de especies invasoras registradas.

Entre las cien especies más dañinas se encuentran tres muy conocidas en España: el mosquito tigre Aedes albopictus, el cangrejo rojo o americano Procambarus clarkii y el mejillón cebra Dreissena polymorpha. Estos dos últimos han acabado en algunas zonas con las especies locales por su superior competitividad por el alimento.

Casi siempre, detrás de estas situaciones está la mano del hombre. Por ejemplo, entre los casos de invasión de especies vegetales en nuestro país se encuentran numerosas especies que han saltado a nuestros campos y bosques directamente desde nuestros jardines: el carrizo de la Pampa –originario de Argentina, Uruguay y Brasil está representando ya un problema grave en algunas zonas de la provincia de Cádiz-; la acacia mimosa – esta preciosa acacia de origen australiano, espectacular en su momento de floración es extremadamente invasiva-; y también lo es la esparraguera africana  -que se extiende gracias a su magníficas raíces tuberosas-.

En el terreno animal, la mariposa Monarca Danaus plexippus ,originaria del norte y sur de América, ya ha colonizado diferentes zonas del Levante español; el taladro del geranio Cacyreus marshalli, que llegó desde el continente africano –donde no supone una plaga porque tiene sus enemigos naturales- a España, a través de esquejes de geranio en macetas contaminadas con sus huevos.

Danaus plexippus. Fotografía de Pablo Lèautaud.

Danaus plexippus. Fotografía de Pablo Lèautaud.

Otras especies problematicas son el mapache americano, el visón americano, las hormigas argentinas, la tortuga de Florida, la cotorra de Kramer –originaria del norte y centro de África, así como del sur de Asia-…

La gravedad  se acentúa cuando la especie alóctona en cuestión es competidora directa con una autóctona en peligro de extinción. El resultado es una paulatina pero segura reducción de la diversidad biológica de la zona. ISABEL PÉREZ para GUADARRAMISTAS

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