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Anthomya pluvialis, la mosca de la lluvia

 

Anthomya pluvialis

Anthomya pluvialis

Anthomya pluvialis, la mosca de la lluvia. Entre los dípteros de la familia Anthomyiidae, Anthomya pluvialis es una mosca que aparece poco antes de que empiece a llover, como bien indica su nombre “pluvialis”, de la lluvia.

La familia de los antómidosAnthomyiidae– comprende unas 1500 especies repartidas por el mundo. Es muy heterogénea, con especies muy diferente entre sí, de distintos colores, formas y comportamientos. Las larvas de algunas especies se alimentan de materia orgánica en descomposición, otras son parásitas u obtienen su alimento minando las hojas de árboles y plantas. Las más nocivas son las que destruyen tallos y raíces de plantas cultivadas, que son consideradas una plaga

Una de las más conocidas es Anthomya pluvialis, la mosca de la lluvia, a la que podemos ver desde el comienzo de la primavera y que suele mostrarse cuando el tiempo es lluvioso. Personalmente la he observado más frecuentemente unas horas antes de que comience a llover, cuando el tiempo es inestable y se forman tormentas, algo habitual en primavera.

Respecto al motivo por el que estas moscas son visibles en época de lluvias, no está nada claro, quizá sea por el mismo por el que se afirma que las moscas se “atontan” cuando va a llover. El exceso de humedad y las partículas de agua en el ambiente hacen que vuelen de forma más pesada y menos ágil. Quizá Anthomya pluvialis se muestre más propensa a estar posada y, por tanto, es más observable que cuando el tiempo es seco y nos da menos opciones para verla. Lo cierto es que su presencia es un pronóstico de lluvia bastante fiable.

Las larvas de esta especie se alimentan de materia en descomposición, preferentemente vegetal. Los machos liban néctar de las flores y las hembras aprovechan la ocasión para hacer lo mismo pero con la hemolinfa o “sangre” de otros insectos.

Los hábitats de Anthomya pluvialis o mosca de la lluvia son muy variados, desde encinares y herbazales a parques y jardines DE TOda la península Ibérica. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS

Buthus occitanus , alacrán, escorpión común

Buthus occitanus. Alacrán, escorpión amarillo

Buthus occitanus. Alacrán, escorpión amarillo

Buthus occitanus es el nombre científico del alacrán, denominado también escorpión común o escorpión amarillo.

Mide entre 8 y 10 cm y se distribuye por toda la península Ibérica, en zonas áridas, pedregosas y generalmente cálidas, con poca humedad y escasa vegetación.

Buthus occitanus es de hábitos nocturnos. Durante el día, cuando el sol aprieta, permanece a refugio debajo de las piedras. Al atardecer y durante la noche sale de su escondite para capturar las presas de las que se alimenta, principalmente insectos y arañas.

El alacrán o escorpión común es el más peligroso de los escorpiones presentes en la Península. Su picadura produce un intenso dolor, que puede ir acompañado de cefaleas, vómitos y sensación de falta de aire, o lo que es lo mismo, cierta dificultad al respirar.

Para evitar sorpresas desagradables es conveniente no levantar piedras a mano desnuda. Además, conviene siempre mirar antes de sentarse sobre las rocas o el suelo, y poner alguna toalla o prenda para sentarse sobre ella y evitar el contacto con el suelo, al menos en aquellos lugares donde es probable su presencia.

En las acampadas hay que estar atentos por la noche, ya que estos animales tienen tendencia a acudir a la luz. Cerrar bien las tiendas de campaña y evitar el contacto directo con el suelo. Por la mañana, revisar bien las botas, donde accidentalmente ha podido introducirse algún individuo buscando refugio.

En caso de sufrir una picadura de Buthus occitanus puede practicarse un torniquete suave. Conviene acudir a un centro sanitario, ya que se han producido complicaciones derivadas de la reacción a sus toxinas. Los ancianos, los niños y las personas con problemas de salud son especialmente sensibles al veneno de este escorpión.  También los animales de compañía, en concreto los perros, pueden recibir la picadura de escorpiones, debido a su tendencia a olisquear y escudriñar todo lo que hay a su alrededor, incluso debajo de las piedras.

Algunos biólogos consideran que además de Buthus occitanus existen dos especies más del género Buthus, en concreto Buthus montanus y Buthus ibericus, que se distribuyen por el suroeste de la Península Ibérica. Para otros especialistas se trataría de subespecies o variedades de Buthus occitanus. Todo lo dicho sobre Buthus occitanus es reproducible para ambas especies o subespecies. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS. (SI TE HA GUSTADO ESTE ARTÍCULO, NO TE PUEDES PERDER NUESTRO LIBRO «QUE NO PISAR, NO COMER Y NO TOCAR EN LA NATURALEZA», UNA GUÍA DE LAS ESPECIES DE ANIMALES, PLANTAS Y HONGOS POTENCIALMENTE PELIGROSOS DE LA PENÍNSULA IBÉRICA).

Aguijón ponzoñoso de Buthus occitanus.

Aguijón ponzoñoso de Buthus occitanus

Gluvia dorsalis, araña camello

Solífugo, especie fotografiada en Ecuador

Solífugo, especie fotografiada en Ecuador

Gluvia dorsalis, araña camello, es un arácnido perteneciente al orden de los solífugosSolifugae-, uno de los más extraños seres con los que podemos encontrarnos.

Los solífugos o solpúgidos viven principalmente en zonas áridas y secas del planeta. Su aspecto es el de una mezcla de araña, escorpión y cangrejo, y se mueve a una velocidad asombrosa. Sus hábitos son nocturnos, no son amantes del sol, algo que nos recuerda su nombre solifugo -huye del sol-. Por eso incluso durante el día buscan ansiosamente un lugar oscuro o una sombra donde protegerse, algo que siempre hacen a la carrera.

En la Península Ibérica vive Gluvia dorsalis, con una longitud de unos 3 cm y mucho más pequeña que otras especies de solífugos, que pueden alcanzar el tamaño de una mano. Se distribuye por zonas cálidas mediterráneas y alcanza otras zonas menos cálidas pero con terrenos secos y soleados. En el ámbito de la Sierra de Guadarrama la podemos ver ocasionalmente en caminos de tierra y zonas secas de la rampa serrana. En España, otra especie, Eusimonia wunderlichi, vive en las Islas Canarias.

A pesar de su aspecto, que sin duda es extraño y quizá por ello provoque temor, son inofensivos, al menos lo es Gluvia dorsalis. Sin embargo, a plena luz del día tienen la “mala costumbre” de correr hacia nosotros. No pretenden hacernos daño, simplemente buscan nuestra sombra o el cobijo que proporciona la oscuridad de nuestras botas para encontrar refugio, pero claro, eso no siempre es bien interpretado. En cualquier caso, lo que no se debe hacer es cogerla con la mano, ya que puede morder para defenderse.

Los solífugos son depredadores muy voraces que se alimentan de otros arácnidos, insectos y hasta escorpiones, todo depende de la especie de solífugo en concreto y de su tamaño. Atacan a gran velocidad lanzando incesantemente mordiscos con sus potentes pinzas o quelíceros situados en la parte delantera de su cabeza. Usan sus grandes pedipalpos terminados en una especie de ventosa para aferrar a sus víctimas. Una vez que la presa está moribunda, la rocían con una sustancia que ablanda los tejidos y permite comerla con más facilidad. Con esa velocidad y violencia en el ataque no necesitan veneno, sus quelíceros no están conectados a glándulas venenosas. No viven mucho tiempo, probablemente debido al metabolismo especial y al desgaste energético que tienen estos velocísimos seres.

No es muy habitual encontrarnos con Gluvia dorsalis, seguramente debido a que permanece oculto casi todo el día, exceptuando las horas nocturnas. No obstante, es posible verlo en caminos arenosos y secos huyendo de una lado a otro buscando piedras o vegetación donde ocultarse. Por la noche también puede introducirse en las viviendas, aunque procurará salir u ocultarse lo antes posible. Ni por su tamaño, ni por sus hábitos alimenticios somos objeto de sus ataques, así que no reviste ningún peligro.

Hay unas doce especies de solífugos o arañas camello repartidas por el planeta. Las de mayor tamaño se encuentran en zonas secas y áridas y son capaces de cazar escorpiones, lagartijas e incluso aves. Estas grandes especies pueden morder defensivamente, y de ello hay algunos testimonios en Iraq. Durante la Guerra del Golfo algunos soldados sufrieron sus mordeduras, uno de ellos requirió varios puntos de sutura en el labio. También en Afganistán algunos soldados españoles fueron mordidos por solífugos. En cualquier caso, dado el extraño aspecto de estos seres y su voracidad extrema, hay mucha leyenda en torno a ellos, así que es mejor tomarse con cautela lo que se oye y lee.

Aún así,  si alguien quiere hacer una película con extraterrestres depredadores de aspecto raro, los solífugos pueden darle pistas. Basta con fijarse un poco en la pinta de este raro arácnido llamado Gluvia dorsalis, araña camello, para encontrar similitudes con el “octavo pasajero”. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS

Gluvia dorsalis

Gluvia dorsalis

Synema globosum, araña Napoleón

Synema globosum, macho

Synema globosum, macho

Synema globosum, araña Napoleón, pertenece a la familia Thomisidaearañas cangrejo-. Su nombre común deriva del parecido con la silueta de Napoleón que tiene el dibujo negro de su abdomen.

Como ocurre con la mayoría de las especies de arácnidos, las hembras son más grandes que los machos. En el caso de Synema globosum, la hembra mide unos 8 mm, frente a los 2 o a lo sumo 4 mm de los machos.

La araña Napoleón caza situándose encima de las flores o escondida en la parte inferior de las mismas. Abre sus robustas patas delanteras como un cangrejo y espera que algún despistado insecto se pose en la flor para lanzarse sobre el mismo y propinarle un venenoso mordisco con sus quelíceros. El veneno de Synema globosum  es muy potente y llega a matar insectos mucho más grandes que ella, como abejas o moscas de gran tamaño. No necesita seda, ni hace trampas para la captura de sus presas, le bastan sus patas y su veneno.

Es característico el dibujo negro que presenta en su abdomen, ese que le da el nombre popular por ser parecido a la silueta de napoleón, aunque hay que echar imaginación para llegar a esa conclusión. Quizá podamos encontrar un símil con el sombrero de dos puntas que Napoleón empleaba, y que se colocaba de forma frontal para distinguirse del resto de los soldados que también lo llevaban. Alrededor de la silueta negra, los ejemplares de Synema globosum pueden presentar un color rojo anaranjado, amarillo o blanco.

Es una especie común en la Península Ibérica, aunque menos habitual que Thomisus onustus, otra de las más habituales arañas cagrejo. ÁNGEL S. CRESPO  para GUADARRAMISTAS

Synema globosum capturando una presa

Synema globosum capturando una presa

Synema globosum, hembra

Synema globosum, hembra

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