Una de las plantas más utilizadas como medicinal es el cardo mariano Silybum marianum. Sus cualidades se han estudiado profusamente y se ha llegado a concluir que uno de sus componentes, la silimarina, es un eficaz reparador de las células hepáticas.
En la Edad Media la empleaban para todo tipo de dolencias, como los dolores musculares, distensiones y hasta mordeduras de serpiente. No andaban desencaminados por lo que respecta a las mordeduras de serpiente, ya que el veneno de algunos reptiles puede producir fallos hepáticos, y el cardo mariano es un excelente protector de este órgano vital.
Tal era la estima en que se tenía a esta planta, y su consideración como milagrosa, que se creía que la sustancia lechosa blanquecina que segregan sus hojas y tallo era la mismísima leche materna de la Virgen María. De aquí proviene su nombre común, cardo mariano, que se incluye en el propio nombre científico “marianum”.
En muchas zonas de España se consume prácticamente toda la planta; las hojas una vez limpias de pinchos, los tallos y hasta las cabezuelas inmaduras. Hay quien afirma que en las semillas se concentran las mayores virtudes, y por eso se han consumido molidas y secas, como el café.
Silybum marianum actúa como antioxidante, antiinflamatorio y regenerador del hígado, como tratamiento complementario a las cirrosis alcohólicas o las hepatitis. Hasta tal punto están comprobadas sus propiedades que se emplea para tratar los envenenamientos causados por consumo de setas venenosas como la temida Amanita phalloides.
La silimarina actúa como un escudo protector de las células no dañadas del hígado, evitando que las sustancias destructivas penetren en la zona no dañada. Esto no significa que el cardo mariano sea el “antídoto” contra los envenenamientos por Amanita phalloides. Lamentablemente, el envenenamiento con esta seta es, en muchas ocasiones, irreversible, porque cuando se manifiestan los síntomas, el hígado puede estar totalmente dañado.
Además de un aliado del hígado está recomendado para el tratamiento de hemorragias, varices y hemorroides.
El cardo mariano se distribuye por toda la Península Ibérica, aunque es menos abundante cuanto más al norte. Alcanza más de 1,5 metros de altura y florece de abril a junio en suelos nitrogenados. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS