Mantispa styriaca. Este raro insecto pertenece al orden de los neurópteros, nada que ver con las avispas ni con las mantis, aunque su nombre “mantispa” se preste a la confusión con un extraño cruce entre mantis y avispa, que sería semejante al del famoso chiste del oso hormiguero. Sin embargo, sus patas delanteras con las que atrapa a otros insectos, recuerdan a las de la Mantis religiosa. Son incluso más eficaces cazadoras que ésta, y su abdomen y forma de volar pueden parecer propios de una avispa.
Durante el verano, la hembra deposita miles de huevos bajo la corteza de los troncos de los árboles. Tras su eclosión, las larvas pasan el invierno hibernando hasta llegar la primavera, momento en el que rápidamente buscan nidos de arañas, preferentemente arañas lobo –Lycosidae-, y se introducen en los mismos para devorar los huevos y convertirse en adultos. Muy pocos ejemplares consiguen salir adelante con una dura “infancia” entre arañas parientes de las tarántulas, y por ello es tan grande el número de huevos que deposita la hembra, unos 8.000.
Es bastante improbable ver a este insecto durante el día, ya que suele permanecer escondido entre la vegetación. Sin embargo, en el crepúsculo y atraído por la luz, siempre de forma ocasional y con mucha fortuna, podemos disfrutar de este increíble ser que mide entre 1 y 3 cm.
Su nombre “styriaca” hace referencia a la región de Styria –Austria-, donde está presente al igual que en otros puntos del centro y sur de Europa. Mantispa styriaca prefiere lugares algo boscosos con árboles, imprescindibles para hacer sus puestas. ÁNGEL SÁNCHEZ CRESPO para GUADARRAMISTAS