Solanum dulcamara, dulcamara, uvas del diablo como es conocida de forma común, presenta unas inconfundibles flores y unos frutos de un intenso color rojo que hacen que esta trepadora perenne no pase desapercibida, aunque lo intenta, ya que Solanum dulcamara suele enmarañarse y confundirse entre otras plantas cercanas a las riberas de los ríos y cursos de agua donde habita.
Solanum dulcamara pertenece a la familia de las solanáceas, un grupo de plantas entre las que se encuentran algunas de las más tóxicas que podemos encontrar en el campo.
El nombre dulcamara proviene de la conjunción de los calificativos dulce y amargo, y es que su sabor es en principio amargo y finalmente dulce; en latín la denominaban “amaradulcis”. El motivo de esta transformación está en el efecto que produce la saliva al separar los azúcares contenidos en los glucoalcaloides de la planta. No obstante, se recomienda no hacer la prueba, ya que Solanum dulcamara es una planta muy tóxica con efectos similares a la belladona. De hecho, los otros nombres hacen alusión a su condición de planta venenosa; matagallinas o uvas del diablo son lo suficientemente descriptivos.
En medicina se le atribuyen múltiples propiedades, lo cual no excluye su toxicidad. Bajo control médico y en los preparados farmacéuticos supervisados profesionalmente, la dulcamara es narcótica, calma los ataques y espasmos de tos y asma, es diurética, sirve para tratar la gota y el reuma, y con los tallos se elaboran medicamentos para tratar los eczemas crónicos.
Los frutos aplicados sobre las picaduras de avispa calman la hinchazón y el dolor, probablemente por sus efectos narcóticos y sedantes.
Se han demostrado las propiedades antitumorales o anticancerígenas de la solamarina, uno de los glucoalcaloides de Solanum dulcamara.
Podemos encontrar esta planta trepadora por toda Europa, en lugares húmedos siempre cercanos a los cursos de agua. Florece entre los meses de junio y octubre, y los frutos en forma de racimos pueden observarse en otoño. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS